Romance de metal en la cocina,
se casa el tenedor con la cuchara,
bullicio de parientes y algazara
de viernes de oficina.
Ajuares con remiendos de cortina
destacan de la niña, mango y cara,
y el amante, con ínfulas de vara,
exhibe su prestancia masculina.
Altivo y señorial (pero sencillo),
jurídico, el cuchillo,
recita cuatro frases pertinentes,
y la novia de cóncava ternura,
prendada del galán que la captura,
transige al apetito de sus dientes.
Del libro De diluvios y andenes.