viernes, 7 de agosto de 2015

Homo homini lupus ... Máquina de coser palabras.


Yo estiraba el chicle entre la realidad y el deseo y me balanceaba en él pensando lo que me decían en la escuela, que había que ser solidario, positivo, optimista, sonriente, colaborador y responsable, para que el mundo cambiara. Además me decían que había que hacerlo con otros que también fueran solidarios, optimistas, positivos, sonrientes, colaboradores y responsables. Hasta que un día mi padre me dio un bofetón, sin venir a cuento, y me tiró al suelo y cuando estaba tirado me puso la pata encima y me dijo, sin ningún tipo de miramiento, que no fuera gilipollas, que el mundo no funcionaba así, que la vida era una putada detrás de otra, porque el mundo estaba lleno de hijos de puta. 
Que por lo tanto, cuanto más hijo de puta fuera, mejor. 
Me lo dijo así, con ese lenguaje suyo, tan refinado. 
             He hecho caso a mi padre, al pie de la letra.

 "Conejos de Viejo Vizcacha" ...

"hacete amigo del juez / no le des de qué quejarse" o "nunca dentres a parar / donde veas vacas flacas"