lunes, 24 de agosto de 2015

La Física de la Muerte

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A pesar de ser una parte inexorable de la vida, la idea de la muerte o al menos la idea de dejar de existir para siempre, puede ser un tema aterrador.
 Cosas perturbadoras le suceden a tu cuerpo mientras se descompone, las células y los tejidos comienzan a descomponerse después de la muerte.
 Pero, en lugar de mirar a la muerte desde una perspectiva biológica, 
¿qué sucede desde el punto de vista físico? o para ser más específicos, ¿cómo se redistribuye nuestra energía cuando morimos?
En plena vida, el cuerpo humano está compuesto de materia y energía, incluyendo la energía de las variedades eléctricas y químicas. 
La eléctrica se refiere principalmente a impulsos y señales eléctricas, mientras que la química impulsa las diferentes reacciones químicas en nuestro organismo. Lo mismo puede decirse de las plantas; se impulsan a través de algo llamado “fotosíntesis”, capaz de generar energía a partir de luz solar.
El proceso se torna más complejo en seres humanos. Cabe destacar que en un momento dado, recorren más o menos 20 vatios de corriente eléctrica a través de tu cuerpo, suficiente energía para encender una bombilla.
 Esta energía se adquiere en una plétora de formas.
 Mayoritariamente la adquirimos a través del consumo de alimentos, lo cual nos proporciona energía química. Dicha energía química se transforma en energía cinética, y en última instancia, acaba por impulsar nuestros músculos.
Como sabemos a través de la termodinámica, la energía no se crea ni se destruye, sólo se trasforma. La cantidad total de energía en un sistema aislado no puede cambiar. Gracias a Einstein, se sabe también que la materia y la energía son dos peldaños de la misma escalera. 
El Universo es un basto conjunto cerrado. Sin embargo, el cuerpo humano y los ecosistemas (por igual) no son sistemas cerrados, pero sí son sistemas abiertos que intercambian energía con nuestro entorno.
 Obtenemos energía (una vez más, a través de procesos químicos) y luego la perdemos (expulsándola en forma de residuos o emisiones de calor).
Al llegar la muerte, tú (un Universo dentro del Universo) te compones de una colección de átomos reciclados. Esos mismos átomos, y esa energía, que se originaron durante el Big Bang, siempre van a estar en alguna parte. 
Por lo tanto, tu “luz”, es decir, la esencia de tu energía (sin confundirse con tu conciencia real) seguirá haciendo eco por todo el espacio hasta el final de los tiempos.
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