jueves, 19 de noviembre de 2015

Una Pequeña Reflexión Sobre Astronomía y Astrología

Porción de la galaxia de Andrómeda, sin duda uno de los logros más significativos de la astronomía moderna. (Crédito: NASA)

Porción de la galaxia de Andrómeda,
 sin duda uno de los logros más significativos de la astronomía moderna.

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Hace quizás unos 195.000 años que existe la especie humana, y desde ese entonces como especie pensante hemos estado entre otras cosas, en un proceso de aprendizaje, cuyos conocimientos aprendidos y heredados de generación en generación hasta el día de hoy en el que lees este texto y en el que quizá lo hagan generaciones siguientes. 
En el transcurso de ese proceso nos ha acompañado una fascinación, un anhelo extraordinario, una curiosidad por los secretos que esconden y sutilmente nos dan a conocer los cielos y los astros que le adornan; particularmente lo hemos asociado con la profunda ignorancia e impotencia de no saber ciertas cuestiones fundamentales, como el ¿por qué estamos aquí?, la vida y la muerte, el predecible comportamiento de la naturaleza en ciertos casos, entre otros.
 El Sol pareciera ir y venir todos los días sin detenerse cual si fuese un reloj, el elemento definitivo que marca el día y la noche. La Luna controla las mareas en los océanos e incluso influencia en nuestros ritmos biológicos. 
De ahí surge nuestro antiguo concepto de tiempo y lo crucial e importante de predecir los diversos ciclos celestiales. Conociendo el movimiento de esos astros, aprendimos la agricultura, mejoramos la caza y más tarde nos haría formar y establecer civilizaciones.
Toda esa fascinación y conocimiento además de la importancia de comprender el mecanismo cíclico de los cielos fue transmitido durante miles y miles de generaciones. Hoy llamamos a ese conjunto entre fascinación y curiosidad claramente influenciada por el rol tan importante que constituía (y que aún hoy día lo sigue teniendo) en el curso y desarrollo de la vida humana astronomía.
El Origen de Dos Disciplinas 
Nuestros antepasados remotos prestaban considerablemente mucha más atención a los cielos de lo que lo hacemos nosotros en la actualidad. Sin embargo, los antiguos griegos, egipcios y diversidad de civilizaciones observaban el cielo desde una perspectiva profunda y espiritual. 
Quizá algunos de ellos pudieron haber pensado en conjunto o en solitario más o menos así:
“Lo que sucede en el cielo, tanto de noche como de día, marca el rumbo y el desarrollo de nuestras vidas, quizás ahí en ese lejano lugar estén las respuestas a nuestras dudas y a los misterios más profundos, después de todo el Sol pareciera ser un Dios muy poderoso al que no le agrada que le veamos directamente, nos calienta y nos llena de vida al salir por el horizonte, por alguna razón es muy fácil predecir con precisión cuándo sale y cuándo se esconde, repite el mismo ciclo y por más que lo hemos intentado, no hemos sido capaces de cambiarlo. 
Casi todas las estrellas siempre están en el mismo lugar cada noche, aunque parecen seguir un ciclo que se repite cada año sin falta alguna, tanto así que esos diminutos puntos luminosos colocados por algo o alguien han sido usados como mapas por los navegantes en los vastos mares a manera de guía.
 Aunque inusualmente en ciertos casos no es así, hay excepciones: algunas estrellas en el cielo no se encuentran quietas como las demás, simplemente no siguen las reglas y los mandatos celestiales, cambian de posición cada noche y es una maravilla predecir en donde se encontrarán la noche siguiente. 
¿Acaso deben también ser dioses?”
Los griegos les bautizaron a las estrellas que se movían misteriosamente como “vagabundos”, palabra que proviene del latín planēta, y este a su vez del griego πλανήτης (planétes), que significa ‘errante’ o ‘vagabundo’. 
A veces no notamos la marcada e íntima relación que tenemos con el Cosmos ni mucho menos nos damos cuenta de la forma en que manifestamos ese profundo impulso a estar relacionados a él de alguna forma. Aún quedan huellas de cuando pensábamos que habían siete astros que se mueven alrededor de la Tierra (el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno).
 La Tierra no se consideraba un planeta porque no se sabía que las especies terrestres residían en un mundo relativamente parecido a los demás. Podemos mencionar los días de la semana, por ejemplo, cada uno de ellos ligado a uno de estos cuerpos celestiales:
-Lunes, el día de la Luna.
-Martes: el día del Dios de la guerra, Marte.
-Miércoles: del pequeño y de días infernales, Mercurio.
-Jueves: para el colosal Júpiter.
-Viernes: para el mal aclamado gemelo de la Tierra, Venus.
-Sábado: para el imponente Saturno.
…y el día más emblemático para el astro rey, el Sol (en español le llamamos domingo, el cuál se deriva del latín “dominus” que significa señor, debido a la tradición cristiana para conmemorar la resurrección de Cristo, aunque en la mayoría de culturas se considera cómo el día del Sol, por ejemplo, Sunday en inglés).
La Mano de la Superstición, la Curiosidad y la Existencia
Diversos acontecimientos sin explicación alguna en los cielos dieron origen a la mitología, la religión y la superstición (por nombrar algunas). Del cielo creíamos que parecían venir la prosperidad, la salvación, la muerte y muchos de esos hechos fueron explicados con divinidades implicando deidades creadas para justificar procesos que hoy sabemos son naturales y generados por un mecanismo indiferente como una manera muy sencilla de deshacerse de la responsabilidad de razonar y hacer frente a un misterio que aparenta violentar nuestro sentido común y contradecir nuestros fundamentos tanto espirituales como religiosos.
Por añadidura de la superstición y la curiosidad humana vino una pseudociencia que intentaba acomodar el “regalo divino” para los humanos, que eran estos astros, a nuestras necesidades y miedos más profundos, suponiendo que el movimiento y posición determinada de los astros en el cielo definirían mágicamente el humor, la suerte y el futuro de las personas según su signo zodiacal obviamente a “conveniencia” de quienes confían en la astrología.
La astronomía y la astrología siempre fueron disciplinas que tuvieron una relación muy estrecha y a menudo, se confundían una con la otra. A medida que ambas se desarrollaban en conjunto en una civilización en la que la tecnología y el método científico eran pilares del desarrollo humano, la ciencia de la astrología que en su momento fue indispensable para reyes y figuras importantes de varias culturas y rechazada casi por completo por la cultura cristiana. La astronomía continuó como una ciencia sólida e indispensable para satisfacer la curiosidad humana y el conocimiento práctico de la naturaleza, mientras que la astrología perdió credibilidad debido al desarrollo y descubrimientos de su contraparte.
En nuestra galaxia, la Vía Láctea, en la que se encuentra nuestro Sistema Solar contiene alrededor de 100 mil millones de estrellas en todo su largo y basto resplandor, podríamos suponer que un número considerable (al menos para escala humana) de esas estrellas contienen planetas girando alrededor de ellas. Existen además, objetos exóticos y maravillosos de los cuales tenemos conocimiento gracias a la astronomía moderna, que por cierto, es bastante reciente en la historia humana. Mencionaré por ejemplo: estrellas colapsadas que giran miles de veces por segundo con una densidad alucinante y de un diminuto tamaño, agujeros en el espacio-tiempo que devoran incluso a la luz que pasa lo suficiente cerca, estructuras colosales compuestas de gas de diferentes elementos y sustancias químicas en las que nuevas estrellas nacen, así como algunas fallidas que no lograron encender su horno nuclear vagando por el espacio como planetas enormes y opacos.
Además cabe mencionar la inmensidad tan inimaginable del espacio y la existencia de otros universos isla como la Vía Láctea. Éstas son tan sólo unas de las tantas maravillas que nuestros honrados antepasados ignoraban (hasta donde sabemos) por completo. Tan sólo imagina la influencia que deben ejercer todos y cada uno de los objetos que hay en el espacio en ti, en tu día, en tu vida, negocios, amor, salud y por supuesto, tu suerte.
Los antiguos astrólogos (y la gran mayoría de los modernos) no tenían idea de que las estrellas eran tan sólo otros soles que se encuentran a enormes distancias y que, además algunas de ellas giran alrededor de un agujero negro supermasivo a gran velocidad. 
Este hecho pone en duda cualquier carta astrológica basada en un Universo estático e indiferente. Todos los componentes en el Universo se mueven a gran velocidad en un caótico camino errante del cual nosotros en nuestra minúscula esfera azul percibimos un Cosmos tranquilo y quieto, girando a nuestro alrededor como si fuese hecho sólo para nosotros y nuestros arbitrarios caprichos.