martes, 29 de diciembre de 2015

Amante probo... Apenas penas.


En cierto modo,
todos somos Romeo
(sin escaleras).

Capuleto de indómito deseo
anota en su libreta
la calle del balcón donde Julieta
exhibe un corazón de jubileo.
Ser acaso Romeo
(el hombre más valiente del planeta),
lo envuelve en la secreta
heroica majestad de un dios ateo.
—No podrá con mi fe de amante probo,
ni vértigo ni altura
ni cárcel de cristal sobre la roca;
me muevo en la penumbra, soy un lobo
de roja dentadura,
que cerca el escondite de tu boca.

Del libro de poemas Oceanario.

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