lunes, 11 de enero de 2016

Armagedón... Bueyes Perdidos.


La gente deambula con aspecto desaliñado, la mayoría de los comercios están cerrados, se huele un mal humor general y se huelen las huellas físicas de la falta de agua sobre los cuerpos. 

Las escuelas han suspendido las clases por la incapacidad de asegurar la higiene mínima, muchas empresas han cerrado y suspendido temporalmente a sus empleados, en el aire hay olor a crisis y descontento.

La lluvia no deja de caer y algunos la han aprovechado para asearse, otros tratan de juntar esa agua para consumo, poco queda para cocinar, hace casi un mes que llueve sin interrupción y hace algo mas que eso que no llega mercaderías a los comercios y aquellos que logran hacerse de algo lo venden a precios prohibitivos.
 La sensación de vivir una pesadilla es una generalidad instalada que oprime el corazón. 

Los mayores, de aspecto resignado, improvisan con cierto éxito continuando su existencia sin perder demasiado tiempo en inútiles protestas, en cambio las parejas y los solos jóvenes están casi desesperados, no logran encontrar la forma de sobrevivir, algunos, asistidos por sus familiares, logran a duras penas acomodarse a las circunstancias, sin señal en los celulares, sin computadoras funcionales por el apagón que lleva días, una pesadilla de incomunicación y falta de información.

Largas e impacientes colas de personas se forman detrás de los camiones cisterna del ejercito que distribuyen agua a la población, un helicóptero de la policía recorre la zona para avisar al personal de tierra de los posibles disturbios, cada vez mas comunes, en los que pueda ser necesaria su intervención, una sensación de acefalía acompaña las actividades mas simples de orden general.

Algunas casas aparecen abandonadas, sus habitantes, ante la incipiente crisis abandonaron el lugar en busca de sitios donde la supervivencia sea más sencilla. De todas maneras los caminos están llenos de caravanas de vehículos varados por los campesinos, ahí ha habido importantes estallidos de violencia en los que las fuerzas de seguridad se vieron superadas, un panorama desalentador, quien haya imaginado el Apocalipsis tiene la sensación de haberse quedado corto, una cosa es lo que la fantasía puede armar y otra diferente lo que el cuerpo percibe en la cruel realidad de las privaciones. 

El verdadero Armagedón…

El texto precedente es una exageración y una concomitancia de eventos que se dieron o dan por separado en Argentina, por un lado he juntado y exacerbado los efectos de las ultimas tormentas importantes, que han dejado ciudades enteras sin agua y luz, con los bloqueos de rutas que han minado de manera notoria la capacidad logística de provisión de alimentos, haciéndose notoria la falta de algunos de ellos, básicos en los esquemas habituales de alimentación.

Si de alguna manera fuéramos victimas de una guerra o catástrofe global o zonal en la que sus inmediato resultado sea la perdida de la mencionada logística de provisión, la interrupción de servicios básicos y la incomunicación, seriamos testigos de escenas que solo han sido expuestas en ciertas películas, saqueos, violencia, corridas sin sentido, un caos en el que las autoridades se verían superadas.

Una fuerte tormenta, con vientos y granizo, aunados a una protesta del agro de nuestro país, en el que, mediante el bloqueo de rutas, se logro el desabastecimiento de la mayoría de los productos alimenticios más importantes y de mayor impacto social, han servido para percatarse de esa ominosa posibilidad. Hechos que no tiene nada que ver entre si, pero que han servido para tomar nota de la fragilidad de nuestro estilo de vida, de nuestra dependencia de la tecnología por un lado así como la incapacidad de proveerse individualmente de alimentos, si carecemos de los sitios habituales de abastecimiento de los mismos.

Si viviéramos una guerra o una gran catástrofe, la sensación de desconsuelo y la desesperación propia de la perdida, aunque sea temporal de una forma de vida, es probable que genere un caos social donde lo peor de las personas surja de manera irremediable, hace falta demasiado poco para borrar de un plumazo todo aquello de lo que disfrutamos, la vida misma nos ha dado un ejercicio intelectual para tener en cuenta, les dejo la inquietud.

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