jueves, 28 de enero de 2016

El tobillo de la bicicleta... Calendario de Imágenes.


Me gustan las bicicletas y las paredes descacaradas.
 De hecho, nada me agradaría más que descascar paredes en bicicleta.
 Lo de las paredes es reciente. 
Pero lo de las bicicletas viene de antiguo.
 Recuerdo que entre ciclistas precavidos se decía aquello de que la bicicleta es como la novia: nunca se la debe dejar sola.
 Para mí lo era literalmente.

La primera se hizo esperar más de lo razonable: 
yo era un niño tan crecido que había perdido ya la habilidad que proporciona la inocencia y tal vez por eso siempre he sido un poco torpe con las bicis.
 Aún así las arriesgadas incursiones más allá del fondo de la calle, los primeros caballitos y sus aterrizajes, forman parte de ese fondo mítico que surte los sueños y nuestras intuiciones más certeras. 

Con la siguiente planeé mis primeros viajes, solos los dos, ampliando el radio de mi atrevimiento, gozando de su dulce juego de piñones y compartiendo en ocasiones el placer, amores de pandilla que servían para después disfrutar más si cabe nuestras experiencias solitarias. 

Años más tarde mi primer sueldo fue a parar a una nueva bicicleta: la primera paga debe dedicarse a la concupiscencia, pues es sabido que lo contrario trae cien años de mala suerte.

Ahora en cambio me resisto a cambiar de bicicleta, quizás porque sus pequeñas averías, su óxido y su robustez devenida
 en sobrepeso encubren mi lamentable forma física, y ambos encontramos en esa complicidad una nueva vía de acceso
 a la pasión. 

O sencillamente porque en la pura resistencia hay un triunfo inesperado, tal vez ya el único posible. 
Aún así no puedo evitar fijarme en cada bici que veo por la calle: el dibujo de una cubierta entrevista o el brillo fugaz de un manillar son suficientes para que la imaginación reconstruya todo su aparato y el milagro de su ligereza.
 Igual que no puedo evitar un estremecimiento al escuchar el mecanismo de sus dientes rasgando la piel del espacio.

Ah, y por favor, que quede claro que cuando hablo de bicicletas, hablo de bicicletas, sin dobles sentidos, que este para mí es un tema muy serio.

Lo de las paredes, si les parece, lo dejamos para otro día.

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