Cuando el sol cae como una piedra, recorremos la ribera del Ñancahuasú. Tenemos hambre y las tropas nos persiguen los zapatos, mordiéndonos en chasquidos, ramas que se quiebran, gritos y amenazas. Nos separamos. Huyo por las quebradas y el fusil pesa.
El asma no me da tregua. Las ráfagas se escuchan cada vez más cerca.
El primer disparo se aloja en mi pierna. Me cortarán las manos y las mujeres arrancarán mechones de mi pelo. Lavarán mi cuerpo para sacarle fotos. Mucho después, los turistas visitarán la escuelita de La Higuera llevando mi imagen en sus camisetas.
* «¡Póngase sereno y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!»
(Ernesto “Che” Guevara a su asesino, el sargento Mario Terán).
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