viernes, 17 de abril de 2009

¡Eureka!...


Supongo que ustedes conocerán la historia que narra cómo el amigo Arquímedes corrió por las calles medio desnudo voceando “¡Eureka!”, 
después de descubrir el principio que lleva su nombre.

 Pero lo que quizás no conozcan es que lo que le llevó a darse cuenta de que todo cuerpo sumergido en un fluido… era la búsqueda de un método que le permitiera al rey Hierón II de Siracusa saber si le habían timado con una corona. 

Antes de seguir me veo en la obligación de recomendar al lector una vez más que aplique su escepticismo y sentido común en la lectura de la historieta.

El rey había adquirido una corona y quería saber si le habían timado en la compra. 

Le pidió a Arquímedes que intentara descubrir si la corona era de oro puro, o si tenía otro metal (plata posiblemente) mezclado. 

Así, andaba el matemático griego dándole vueltas al tema cuando la inspiración le vino en unos baños públicos, mientras entraba en el agua. 

Se dio cuenta de que a medida que entraba él en el agua, esta rebosaba.

Fue este hecho obvio lo que le llevó a darle vueltas al tema, hasta que llegó a la conclusión de que si tomaba la corona, la metía en agua y medía el agua que desplazaba; y comparaba esto con el agua que desplazaba el mismo peso de la corona en oro puro, tendría la solución.

 Este descubrimiento le pareció tan genial, que salió del baño 
y comenzó a correr por las calles gritando.

Por cierto, según parece, finalmente el rey había sido estafado, por lo que supongo que ya desde sus comienzos el principio de Arquímedes provocó que algunas personas se acordarán de la familia de este con no buenas intenciones. 

Y digo desde el comienzo, porque podemos asegurar sin miedo a equivocarnos que algunos de nuestros infantes actuales también recordarán la familia del griego en algún examen o prueba de evaluación.

(fuente:Evoheteca)

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