lunes, 3 de agosto de 2009

Ok, la Tierra... ¡es redonda!

Ok, la Tierra... ¡es redonda!


No es cuento chino.
Al mundo hasta le llaman Globalizado.

Pero, así como para unos que hablan español,
americanos son los “gringos”,
en materia de comercio, algunos creen que comerciantes son solo los estadounidenses.
¡A cualquier precio!
¡Qué contradicción!
¿O el mundo se nos volvió cuadrado?

Pues no.
Y nadie tiene el "derecho de llave" de este monumental centro comercial,
el que, como negocio, también es redondo.
Son muchos con quienes se puede negociar, sin dejarnos arrinconar.

¿Un ejemplo?: China.

Los imperios y las potencias se levantan y caen.
Mientras unas fallecen otras surgen y crecen.
Entre ese vaivén, China ya ha estado en la cúspide,
como máximo exponente del avance de la humanidad.

Uno de sus momentos de gloria data del siglo XV,
en tiempos del emperador Zhu Di.
China tenía tal poderío, que su armada, liderada por el almirante Zheng He,
era capaz de engullirse, sola, sin alianzas, a todas las flotas del mundo juntas.

Siendo los chinos primeros extranjeros en poner los pies sobre muchos territorios,
y continentes.

Los verdaderos descubridores del "Nuevo Mundo"
(Entre algunas referencias sobre esto, están las recientes investigaciones
de Gavin Menzies).

Aún así, no asumieron actitudes colonialistas e imperialistas.

Hoy de nuevo el mundo se sorprende y se impresiona con ellos.
Algunos, en occidente, se asustan, porque temen perder sus negocios,
el control y el poder.

Que a veces les permite pasar por encima de organizaciones y naciones.
Por eso sus “expertos” especulan con nefastas conclusiones.
¡Cada "manganzón" juzga por su opinión!
Y echan mano a una Guerra Fría, por decirlo o copiarlo, porque de fría, nada.
Menos al calor y bochorno que experimentan ante los acontecimientos
de ese gigante que estuvo dormido.

Ante casos como el chino, nos urge tomar nota y copiar semejantes ejemplos
de gallardía y tesón, de organización y trabajo.

De ahí que nos vemos tentados a entregarnos o vendernos barato.

Y decimos que no hay remedio.

En lugar de, con vergüenza y entereza, de una vez por todas organizarnos para ponernos a caminar por nuestros propios medios; y poder hacer negocios con voz y voto, como se debe, sin engaños ni temores de por medio.

Así, los tratados comerciales los veríamos como tales.
No como programas de beneficencia o tablas de salvación, de emergencia.

Como dicen en el fútbol: Para triunfar, debemos depender de nosotros mismos, de nuestros propios resultados.

No del supuesto favorcito o la caridad que nos venga de otro lado.

Qué pena que siendo el planeta redondo y el mundo globalizado,
hay brújulas que apuntan para un solo lado… hacia el norte.

Creando así un mundo irreal...
¡Cuadrado y muy limitado!

(fuente:La República)

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