Si ...
el Sol terminará por engullir a la Tierra
El Sol se expande e intensifica su luminosidad poco a poco.
En unos miles de millones de años terminará por desecar la Tierra,
que se convertirá en un planeta caliente, marrón e inhabitable.
De aquí a unos 7600 millones de años, alcanzará su máximo tamaño,
convertido en gigante roja: su superficie sobrepasará la orbita actual
de la Tierra en un 20 por ciento y su luz será 3000 veces más intensa.
Luego el Sol entrara en su fase terminal:
se hundirá sobre sí mismo y se transformará en una enana blanca.
Si bien hay coincidencia en lo concerniente al Sol,
se discrepa por lo que le ocurrirá a la Tierra.
Desde que en 1924 el matemático británico James Jeans pensara
en la suerte del planeta durante la fase de gigante roja de su estrella,
se han formulado hipótesis variopintas.
Según varios modelos, la Tierra escapa de la vaporización;
en los análisis más recientes, sin embargo, no es así.
Sobrecalentado:
Se debate si el Sol engullirá a la Tierra cuando se transforme
en una gigante roja, dentro de miles de millones de años.
La propuesta no es inmediata porque,
aunque el Sol se expandirá más allá de la actual órbita de la Tierra
– que mide una “unidad astronómica” (UA) -,
también perderá masa por el camino:
para cuando alcance el máximo radio de 1,2 UA,
el Sol habrá perdido una tercera parte de su masa,
en comparación con su estado actual.
La atracción gravitatoria, pues, será menor,
y la Tierra se desplazará hacia fuera.
Podría escapar así de la envoltura solar.
Pero existen otros factores que complican el análisis.
El rozamiento del planeta con las capas más tenues y exteriores
del Sol hará que vuelva a caer hacia el Sol.
Resulta aún más difícil predecir las pequeñas fuerzas ejercidas
por los demás planetas, todos a su vez reaccionando ante un mismo
sol en expansión.
A principios de este año, dos equipos anunciaron cálculos diferentes que presagian que la Tierra será absorbida por el Sol.
Lorenzo Iorio, del Instituto Nacional Italiano de Física Nuclear,
aplicó la teoría de perturbaciones.
Los análisis se simplifican eliminando pequeños factores;
las complejas ecuaciones del movimiento que detallan las interacciones entre
el Sol y la Tierra se vuelven así manejables matemáticamente.
Bajo el supuesto de que la perdida anual de masa solar seguirá siendo
tan escasa como hoy (una parte en 100 billones) durante la evolución hacia
la fase de gigante roja, Iorio determina que la Tierra se desplazará hacia fuera
a un ritmo de 3 milímetros por año, un total de apenas 0,0002 UA para cuando el Sol se convierta en una gigante roja.
Llegado ese momento el Sol se inflará en apenas un millón de años hasta alcanzar un radio de 1,2 UA: vaporizará la Tierra.
Hay dudas de que las cantidades que Iorio presupone pequeñas vayan
a permanecer así a lo largo de la evolución del Sol.
Pero incluso aunque no sea así, es posible que Iorio haya dado
con la respuesta correcta.
En un análisis publicado en el numero de mayo de 2008 de la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, Klaus-Peter Schröder,
de la Universidad de Guanajuato, y Robert Smith, de la Universidad de Sussex, llegaban también a la conclusión de que la Tierra está condenada.
Emplearon modelos solares más precisos y tuvieron en cuenta las interacciones de marea. A la vez que el Sol pierde y se expande, la rotación se frena,
por la conservación del momento angular.
Una menor rotación produce en la superficie solar una protuberancia de marea.
La fuerza de gravedad ejercida por esta protuberancia atraería
a la Tierra hacia el interior.
Con este factor, Schröder y Smith calculan que los planetas que hoy día se encuentran a menos de 1,15 UA serán destruidos por el Sol.
Si, pese a todo, la Tierra tuviese para entonces habitantes,
¿podrían salvarla?
En un audaz ejercicio de ingeniería astronómica, Don Korycansky,
de la Universidad de California en Santa Cruz,
y sus colaboradores imaginan que se altere la órbita terrestre con un gran asteroide que pase cerca del planeta periódicamente.
Se necesitarían mil millones de años para llevar nuestro planeta
a algún lugar seguro, como la órbita de Marte.
La Luna, sin embargo, tendría que quedarse atrás,
y cualquier error de calculo significaría la extinción.
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