Una hora no basta
para ir asimilando densidad
después de la materia
fugaz y versátil de los sueños.
Dos horas más
para ir tomando mente
en la pantalla interactiva
del recuerdo.
Aún así, se me cae el suavizante.
Todo el suelo ha mutado
al vaivén de mi física
a pesar de las neuronas sobre el viento
entre nubes volátiles.
El sol ya gana espacio
y no consigo
dar la apropiada consistencia
a este sentir.
Yo.
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