lunes, 15 de febrero de 2010

Lo Esotérico...

Ley de los Conjuntos de Conjuntos

No sería exagerado decir que este principio científico- filosófico termina
de una vez por todas con la batalla mental que desde milenios ha enfrentado
entre sí a materialistas, vitalistas, idealistas y espiritualistas que,
tirándose los trastos a la cabeza, han estado discutiendo y siguen argumentando
sobre una misma realidad pero en diferentes aspectos.

Pues bien, sabemos que el hombre es un conjunto formado
de diferentes subconjuntos que son los sistemas orgánicos
(respiratorio, endocrino, nervioso, muscular, etc.).
Cada uno de estos últimos está formado por otros conjuntos integrados perfectamente
en una unidad y que son los órganos.
La unidad del órgano se compone de otros subconjuntos bien diferenciados que son los tejidos.
Estos, a su vez, se constituyen de células con funciones interrelacionadas.
Cada una de dichas células se puede descomponer en orgánulos que, sin duda alguna,
tienen entre sí funciones específicas coordinadas en la unidad celular.
El orgánulo celular se encuentra formado de diversas macromoléculas orgánicas
y éstas de moléculas más sencillas.
Estas últimas se pueden analizar y aparecen los átomos.
Con respecto a la estructura de la unidad atómica, ya el esquema inicial de protones,
neutrones y electrones se ve completado con el descubrimiento de otras numerosísimas partículas infratómicas.

La estructura atómica andaba en los años 30 en el nivel de sólo cuatro partículas elementales: protón, electrón, neutrón y neutrino.
Ya en los años sesenta se había llegado a completar casi un centenar de partículas diferentes.
Sin embargo, un modelo con tantos elementos distintos se hacía complejo e improbable, surgiendo la necesidad de llegar a una fórmula sencilla: el QUARK.

Quark es el nombre genérico de un conjunto de partículas que conforman a las tradicionalmente consideradas como elementales. Hoy en día, ante la proliferación de quarks y leptones,
se aviva de nuevo el interés de encontrar un sistema más simple.
Se habla de 18 quarks, 6 leptones y una decena de partículas portadoras
de las fuerzas atractivas y, a su vez, los propios quarks se formarían a partir
de pre-quarks, tal y como el átomo se compone de protones, electrones, etc.
Pero, ¿qué existe más allá de los quarks o de sus propios componentes?...
Es difícil pensar que estas partículas sean verdaderamente indivisibles,
pues la experiencia hasta ahora nos dice lo contrario.
Ciertamente, desde la perspectiva filosófico-esotérica, de la nada no sale nada porque, sencillamente, la nada no existe.
Es decir que, de acuerdo a la antiquísima concepción de los conjuntos de conjuntos,
ahora renovada con fuerza, estos quarks están formados por partículas más sutiles o,
lo que es lo mismo, más finas y más poderosas energéticamente.

Estamos mirando lo que los griegos denominaron el MICROCOSMOS,
es decir, el pequeño universo, el cual se encuentra por supuesto también plasmado
en el ser humano.
Volviendo al tema central, para el hermetismo existen diferentes grados de sutilización progresiva de la materia y la energía pues, cualquier partícula de cada uno de esos niveles,
se halla formada de partículas más finas y pertenecientes al plano siguiente.
Esto es así hasta el infinito pero, en lo que al mundo en que vivimos se refiere,
podemos decir que nuestro universo como unidad se compone de siete planos
o esferas en los que se estructura la materia y la energía, haciéndose cada vez más sutiles

Pues bien, sobre el plano material nadie tiene duda, aunque hay algunos que dicen
que es ilusorio.
No es que sea ilusión, sino que provoca ilusiones en quienes no tienen suficiente conciencia
de su individualidad.
La materia es el plano de vibración más denso,
pero es el sustrato y el molde de la vida misma.

Sobre la energía, los conocimientos de la Física y de la Química
nos comienzan a descubrir sus misterios y aplicaciones.

En cambio, en lo que al plano o esfera mental se refiere,
sólo la Tradición da unas explicaciones satisfactorias.
Así, una partícula de energía de cualquier objeto o ser viviente está formada por partículas mentales.
Por ello, los esoteristas no piensan que el cerebro genere pensamientos,
sino que estos se forman con las partículas mentales del correspondiente plano (mental)
a la vez que en el cerebro se produce el sustrato físico del proceso: formación del impulso nervioso, liberación de neurotransmisores, etc.

Igualmente, un vaso de cristal está también formado de partículas mentales pues, de hecho,
la estructura molecular, atómica e infratómica del vaso demuestran una inteligencia implícita
en las leyes naturales por las cuales se rigen estos niveles.
No es que el vaso sea inteligente, sino que manifiesta una organización mental.
Si no fuera así, nuestros científicos no tendrían que estrujar sus cerebros para descifrar
-que no es lo mismo que crear o inventar- los principios físicos que gobiernan la estructura
del cristal del vaso.

Ciertamente, los Iniciados griegos estaban en lo cierto al decir que Universo
es orden (cosmos) y no desorden (caos).
Newton fue inteligente al descubrir la ley de la gravitación universal,
pero más inteligencia demuestra la gravitación en sí misma, pues a cualquiera de nosotros nos resultaría difícil imaginar la vida sin ese principio.
Por otro lado, con la mencionada ley de Newton y sus derivaciones apenas hemos comenzado a conocer el hecho cósmico de la gravedad, pues Newton sistematizó el estudio del comportamiento externo de los cuerpos en mutua atracción, pero no las causas que la producen.
Einstein y también los cuánticos han tratado de acercarse a este problema, pero no definitivamente ni mucho menos. Sin embargo, la mencionada ley natural sigue actuando sin contar con nosotros, sepamos o no a qué se deben los efectos que observamos.

En definitiva, las leyes del plano mental gobiernan a las del plano energético y,
las de éste, a los principios que rigen la materia.

La organización mental del universo tiene diferentes niveles de complejidad y de "inteligencia". En los objetos "inanimados" es sólo molecular, sensitiva en las plantas, instintiva en el animal y, racional a la vez que más o menos consciente, en el hombre.

Pero, ¿qué provee a la mente de su organización y existencia?,
pues de algo tiene que estar formada (principio materialista).
Una partícula mental está compuesta por unidades más finas que podríamos llamar partículas de conciencia o partículas espirituales.
Cuando hablamos de espíritu nos referimos a la conciencia, voluntad o noción de ser y de existir. Todo el cosmos está formado de partículas de la conciencia, pero sólo las del hombre están en un cierto grado de activación, variando ello según el nivel humano de la persona de que se trate y de su mayor o menor alejamiento del estado animal.
Sólo el hombre tiene la capacidad de la voluntad, aunque muchas veces desarrollada
muy poco y en estado potencial en su mayor parte.
En el nivel, plano o esfera que llamamos espiritual se manifiesta la conciencia (vertiente pasiva o receptiva) y la voluntad (facultad activa).
Es evidente que la conciencia y la voluntad, características diferenciadoras de lo humano,
han de expandirse y perfeccionarse todavía muchísimo en el hombre.
Entendemos que sólo bajo la guía de la concepción de los conjuntos de conjuntos se puede entender lo que es una emoción, un pensamiento o un acto de voluntad. Diversas psicologías, filosofías e ideologías materialistas se han empeñado en concebir al hombre como una compleja computadora montada sobre un robot cibernéticamente casi perfecto, que se limita a procesar y a responder a los estímulos que le vienen del mundo externo. Pensamos que, a la hora de estudiar al ser humano, demasiadas teorías presuntamente científicas se basan en presupuestos no demostrados pero sí acordes con la ideología de la época o del lugar, lo cual va en contra de los propios principios de la ciencia objetiva.

Pero continuando con nuestro tema central, todavía hay mucho más.

Las partículas elementales de la conciencia están formadas de lo que podríamos llamar partículas divinas, entendiendo al Dios de las religiones como "el conjunto de leyes por las cuales se rige el universo visible e invisible" .
Estas leyes son todas las que rigen la vida, unas conocidas por el hombre y otras muchas no:
la gravitación universal, las del pensamiento humano, las que generaron y guían los procesos de la vida, así como todas las que provocan que el universo sea como es.
No es el concepto de la época pasada (era de Piscis, astrológicamente hablando), en la que se hablaba de Dios como un ser de largas barbas sentado encima de una nube, repartiendo justicia a diestra y siniestra; pero tampoco es exactamente la idea de los filósofos panteístas (pan=todo; teos=Dios) pues, aun cuando esta doctrina dice que todo es Dios, el asunto está en saber cómo está o como ES en todo, aparte de que habría que hacer mención a la fracción del todo que el hombre no percibe (mundo oculto). Aquí se trata de comprender que existe un Plan Cósmico Universal, un Gran Todo, una esencia sublime de la vida, una energía universal o como nos de la gana llamarlo.

"Lo divino (las leyes) a través de la forma humana comienza a conocerse a sí mismo" y "lo divino es infinitamente sabio e infinitamente ignorante". Es por eso que, a través del ser humano, la esencia de la vida toma forma consciente y tanto más cuanto mayor sea el nivel de comprensión de la existencia que tiene el individuo. Por ello, es infinitamente sabio porque al estudiar sus leyes se conocen los secretos de su existencia y es infinitamente ignorante porque, por mucho tiempo que pase, siempre se irá conociendo más y más a sí mismo.
"lo divino a través de sus leyes se encuentra encadenado"
Esto quiere decir que las grandes leyes están bajo la tutela de otras de mayor orden y así sucesivamente. Por supuesto que al decir encadenado se refiere a que tales principios de la vida forman cadenas perfectamente eslabonadas, con lo cual nada actúa al azar o por capricho.
Por todo ello, para completar el ciclo unitario del siete, podríamos llamar a los dos siguientes niveles de manifestación el Supra-divino y el Absoluto.

La ley de los conjuntos de conjuntos también se expresa en el macrocosmos (mundo externo al hombre) y no sólo en el microcosmos (ser interno o mundo de lo pequeño).
El individuo humano forma parte de una célula (la familiar) dentro de la sociedad, aparte de su tendencia comprobada a asociarse en clubs, grupos de trabajo, etc. Los conjuntos de conjuntos van adquiriendo una jerarquía superior a través de las asociaciones de vecinos, los barrios, los distritos, las ciudades, los pueblos, los estados, las regiones, los países, las asociaciones internacionales, los continentes y, por último, la unidad que el planeta Tierra conforma.
Igual que existen disonancias, roces y desequilibrios -así como armonías- entre los diferentes niveles internos del hombre, también los hay entre los conjuntos de conjuntos del macrocosmos. Pero, según vamos escalando en la pirámide evolutiva de la conciencia, la coherencia va siendo mayor en todos los aspectos de la vida.
De todos los niveles mencionados del macrocosmos (familia, ciudad, etc.) recibimos fuerzas evolutivas e involutivas. Continuando hacia lo infinitamente grande, la Tierra forma parte de un conjunto mayor al cual se encuentra atada. Como una cascada, la energía circula desde los astros pasando por los diferentes niveles del macro, llega a nosotros y entonces penetra en el micro. Aparte, el microcosmos también genera sus propias energías, las cuales pueden buscar el equilibrio o el enfrentamiento con las fuerzas macrocósmicas. El sistema solar, a su vez, forma parte de una galaxia -la Vía Láctea- alrededor de cuyo centro gira en doscientos veinte millones de años, ciclo en el cual se pueden basar los estudios de la Cosmogeología.
Nuestra Vía Láctea se integra, simultáneamente, en un conglomerado o grupo de galaxias llamado Grupo Local. Pero ya se conocen superconglomerados de galaxias y, de acuerdo a la enseñanza esotérica, el cosmos es infinito hacia arriba e infinito hacia abajo.



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