sábado, 19 de junio de 2010


El espacio se ordena para ser leído.
En el centro se curva, se aplana.
Acumula, encadena, clasifica.
Los archivistas sellan y cierran.
Atan y guardan los legajos.


El margen tiembla.


El gesto de tomar cada boleto de micro


fue anticipado, tomo boletos marcados


mientras la tierra gira, porque empujo.


Si dejo de empujar, si ya no sangro


esta sangre que sangra tan despacio


que es difícil de ver.



¿Qué dirán de mí en la misa de turno,


el tribunal al que le toque el turno de decir


que la tierra debe seguir girando?



Mientras por un instante se detiene y deja,


una a una, las estrellas caer


sobre la línea estremecida y recta


de mi pecho, donde el niño


salta a la soga reversible que lo ahogaba.


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