
El espacio se ordena para ser leído.
En el centro se curva, se aplana.
Acumula, encadena, clasifica.
Los archivistas sellan y cierran.
Atan y guardan los legajos.
El margen tiembla.
El gesto de tomar cada boleto de micro
fue anticipado, tomo boletos marcados
mientras la tierra gira, porque empujo.
Si dejo de empujar, si ya no sangro
esta sangre que sangra tan despacio
que es difícil de ver.
¿Qué dirán de mí en la misa de turno,
el tribunal al que le toque el turno de decir
que la tierra debe seguir girando?
Mientras por un instante se detiene y deja,
una a una, las estrellas caer
sobre la línea estremecida y recta
de mi pecho, donde el niño
salta a la soga reversible que lo ahogaba.
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