Tú, la evanescente, tienes cuerpo.
Eres la densidad de una masa eternamente móvil.
La ignición es tu razón de ser.
La duración de tu fulgor no te hace más insignificante.
Dicen que quemas.
Dicen que iluminas.
Pasas a mi lado y te ofreces.
O cegarme o ver.
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