viernes, 21 de enero de 2011

Aque corazón rojo de rafia...





Ella y Él, las cosas de la vida, se habían reencontrado después
 de un largo tiempo.

Ambos se habían sentido atraídos el uno por el otro.

 Ella había confeccionado un corazón rojo de rafia para el momento oportuno. 

Esperando cuando Él dejara entrever que él también sentía lo mismo que ella; más habían sido capaces de reconocerlo, llegando el uno a saber de los sentimientos del otro en sus años de barrio.

Lejos quedaban aquellos años en los que Ella, tímida, 
retorciendo sus faldas bajaba la cabeza, y miraba a hurtadillas hacia el campo de fútbol, donde Él jugaba con el resto del equipo.

Más tarde fueron los primeros bailes, esperando el momento de ese contacto tan ansiado, que se esfumaba cual neblina matutina 
al no ser capaz ninguno de dar el paso.

Llego el momento de la universidad,
 y cada uno partió hacia su destino, 
creyendo que era lo mejor para el olvido.

Ahora, después de pasados años, acabados sus estudios
 y cada uno con su trabajo e independencia; la pantalla de un ordenador 
les había brindado la intimidad necesaria para preguntarse el uno por el otro 
y arriesgarse a una cita después de intuir ambos
 que en sus vidas no había nadie.

Ella estaba sentada en aquel banco del parque, 
inquieta, esperando el tan ansiado momento.

Él se acercaba con paso firme hacia ella, 
allí estaba, tan bella como siempre, como la recordaba.

Como podía haber temido no reconocerla?

 No había perdido ni un ápice de su tímida frescura,
 y tan solo había ganado en madura belleza.

- Cómo te conoceré? – le había preguntado.

- Porque te entregaré mi corazón – había contestado Ella,
 decidiéndose a no perder ésta vez la oportunidad.

Y allí estaba, Ella, sentada con su corazón rojo entre las manos.

Para encontrarse con Él.

No hay comentarios: