sábado, 22 de enero de 2011

Islandia, la isla genética.


Supongo que la mayoría de ustedes habrán leído en la prensa
 la noticia del descubrimiento de ADN mitocondrial amerindio
 en una pequeña parte de la población islandesa actual.

Como suele suceder en estos casos, los medios de difusión han tratado el tema de un modo muy desigual.

 Algunos bastante bien, otros con cierta confusión,
 y otros simplemente cayendo en el disparate.

Pero en esta ocasión la noticia es lo suficientemente interesante 
como para dedicarle un post en sí misma.

Es fascinante que un trozo de ADN cuya humilde función es controlar
 el funcionamiento de un pequeño orgánulo celular pueda contarnos cosas sobre los orígenes históricos de las personas que portan
 una determinada variedad del mismo. 

Una historia sobre sus antepasados grabada en caracteres moleculares que los propios portadores ignoran.

Sí, es un tema fascinante, pero no debemos dejar que esa fascinación haga que nuestra imaginación se desboque. 

En este caso, como en cualquier otra investigación, 
lo fundamental es saber distinguir los hechos de las hipótesis.

 Así que vamos a empezar con los primeros.

1. Los hechos. El contexto de la investigación.

Islandia es un pequeño país nórdico cuya pequeña población
 (320.000 habitantes), el tradicional aislamiento histórico
 y la optimidad actual de medios
 (en estructura sanitaria y bases de datos) 
 lo hacen ideal para estudios genéticos globales
 que abarquen a toda la población.

La Historia comenzó en 1998, cuando el Parlamento islandés
 aprobó un proyecto de ley que permitía la creación 
de una base de datos con el historial médico, genealógico y genético de todos los islandeses. 

El objetivo era hacer un seguimiento genético global 
de las enfermedades que permitiera investigar los
 componentes hereditarios de las mismas.

Islandia pasó a conocerse como la isla de la genética.

La empresa farmacéutica neoyorkina Decode Genetics se estableció en Reykjavik y pasó a liderar un proyecto de investigación internacional en el que entre otros participaba también el CSIC español, con científicos de la talla de Carles Lalueza-Fox (investigador del Instituto de Biología Evolutiva).

 Se recopilaron datos genéticos, médicos y familiares de la totalidad de la población, y también de sus antepasados, hasta compilar una base de datos gigantesca  (“el libro de los islandeses”) donde estaban registrados aproximadamente el 80% de las personas que habían vivido en la isla en cualquier momento de su historia.

Un 80% es un porcentaje que a priori pudiera parecer inverosímil,
 si no tuviéramos en cuenta que la colonización de la isla comenzó
 en una fecha tan tardía como el 874 D.C., y que la población ha sido siempre muy escasa.

 La gran mayoría de los islandeses de todos los tiempos ha habitado
 la isla en las 2 últimas centurias, donde contamos con registros genealógicos completos y fiables.

vía: Genmolecular

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