No se sabe qué sube o qué baja.
O qué plano traiciona el raso del cielo.
Todo tan simple como equívoco.
El árbol testigo; tal vez un arbusto.
Apenas una raya quebradiza traza el perfil de la trama.
Todo tan quieto entre el ascenso y la caída.
Extraña lejanía.
Lo próximo se aparta cuanto más te acercas a la nada.
Y la sustancia se oculta y la materia se hunde.
Cuánto estupor en los ojos.
Cuántos silencios ahuecan en la frágil espalda.
El viento huele a cenizas.
Has descalzado tus pies para sentir los sonidos que discurren invisibles.
Tomas un puñado de arena.
Formas una duna sobre tu mano huesuda.
Al agitarla, una fuente mana sobre su agrietado dorso.
Bebes en ella mientras persigues una sombra donde acoplarte.
Cuánta distancia sin saber si vas o vienes.
Qué poblada tu barba de recuerdos.
Las huellas apenas son estrías.
Y por medio, tan solo una frágil línea.
El contorno insinuante de la antigua serpiente.
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