lunes, 29 de agosto de 2011

Somos los primeros...


La bioquímica de los organismos terrestres (y la de cualquier organismo extraterrestre que podamos razonablemente imaginar) depende de forma crucial de seis elementos de la tabla periódica: azufre, fósforo, oxígeno, nitrógeno, carbono e hidrógeno.

Poco después del Big Bang, el universo contenía esencialmente un 75% de hidrógeno y un 25% de helio, además de algo de litio y tan sólo trazas de berilio y boro.

 En ningún caso, los elementos básicos de la vida.

 Hoy en día sabemos que los elementos pesados se cocinan en el interior de las estrellas y se diseminan por el universo al final de las vidas de éstas.

Una posible solución a la paradoja de Fermi consiste en afirmar que los elementos pesados no han alcanzado aún el nivel de concentración requerido para permitir la aparición de la vida.

 Los planetas alrededor de estrellas viejas carecen de elementos pesados; solamente alrededor de las estrellas jóvenes (como el Sol) puede haber surgido vida compleja.

Quizá por ello la humanidad se encuentre inevitablemente entre las primeras civilizaciones inteligentes en haber surgido.

Como muchas otras soluciones de la paradoja que ya hemos discutido, ésta también se presta al debate. 

Puede, efectivamente, constituir un factor en la explicación final pero, fundamentalmente por dos razones, es improbable que sea, por sí misma, una solución definitiva.
En primer lugar, no se conoce el grado o proporción exacto de metalicidad (abundancia de elementos pesados) requerido para que una estrella posea planetas viables. 

Hasta ahora no se ha encontrado ningún planeta alrededor de estrellas cuyas riquezas en metales pesados sea inferior al 40% de la de nuestro Sol, aunque hay que reconocer que dichas observaciones aún se encuentran un poco en pañales. 

Si la vida pudiese surgir en planetas con abundancia de metales mucho menor quizá entonces las estrellas muy viejas pudiesen albergar vida.

En segundo lugar, la metalicidad de las estrellas difiere entre los cuatro tipos de poblaciones estelares conocidos.

 Algunas estrellas podrían ser viejas y aún así ricas en metales.

 Las cuatro clases de poblaciones son: estrellas de disco delgado, de disco grueso, de halo y de bulbo galáctico.

 Las estrellas del halo son viejas, con una metalicidad típica del 1% de nuestro Sol y parece improbable que posean planetas.

 El bulbo del centro galáctico también es viejo y algunas de sus estrellas son muy ricas en metales. 

Sin embargo, debido a su relativa proximidad al centro galáctico, existe un gran debate en torno a la posibilidad de la hipotética existencia de vida compleja en un ambiente tan violento desde un punto de vista energético. Las estrellas del disco grueso están relativamente próximas al plano de la galaxia, aunque no demasiado (del orden de unos pocos miles de años luz por encima o debajo del mismo) y poseen metalicidades del orden del 25% de la del Sol. 

Finalmente, las que más nos interesan son las estrellas del disco delgado, las más próximas al plano de la galaxia. 
No sólo el Sol pertenece a este tipo, sino también el 96% de sus vecinas. Entre todas ellas existe una gran variedad de edades, desde las muy viejas hasta estrellas relativamente jóvenes. 

Análogamente, sus metalicidades pueden oscilar desde el 1%
 (pobres candidatas a albergar vida) y el 300% de la del Sol.



Sea como fuere, entre la enorme cantidad y variedad de nuevos planetas extra solares que se descubren prácticamente cada semana, resulta difícil creer que ninguno de ellos cumpla las condiciones para albergar vida.

 Hay, no obstante, un último aspecto a tener en cuenta. 

En efecto, si bien nuestra galaxia puede poseer millones de estrellas viejas con metalicidades adecuadas para sostener la vida, lo mismo no resulta necesariamente cierto para todas las galaxias.

 Las elípticas, por ejemplo, contienen gran cantidad de estrellas pobres en metales y no parecen el mejor sitio donde buscar vida.

Algo parecido podemos decir de las pequeñas galaxias irregulares y de los cúmulos globulares

Aunque la primera transmisión de una señal de radio en busca de vida
 la transmitimos hacia uno de estos cúmulos, M13, lo cierto es que parece improbable que se llegue a encontrar con un planeta de tipo terrestre. 

Definitivamente, cabe la posibilidad de que el enriquecimiento químico 
de las galaxias ayude a explicar el porqué de que no veamos civilizaciones avanzadas...

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