martes, 6 de septiembre de 2011

Crisis...


Junto al farol se agolpan nueve hombres. 
Cuatro de ellos tienen las corbatas raídas y los pantalones remendados.
 Los otros cinco van en mangas de camisa. Rotas. 

En el farol de al lado hay otra decena de hombres. 
Fuman un cigarrillo. El mismo cigarrillo. 
Se lo van pasando.

 La plaza está llena de faroles apagados. 

Cientos de hombres se apoyan en ellos.
 En círculos concéntricos. Apenas hablan. Fuman y esperan.

 Al amanecer aparecen diez camiones con la pintura oxidada.
 Los hombres se ponen de pie y corren hacia ellos.
 Se empujan. Algunos caen al suelo. Se pisan. 
Los más fuertes llegan los primeros. 
Del primer camión se baja un individuo.
— ¡Silencio! —grita mientras saca un Ipod de su chaqueta.

La multitud intenta abrirse paso.
— ¡Dos informáticos! —vocea mientras decenas de personas 
levantan la mano.
— ¡Tú y tú! —señala a dos individuos. 
Se suben al camión y prosigue con la selección.
— ¡Catorce licenciados en Química! 
¡Nueve astrofísicos! 
¡Doce doctores en Matemáticas! 
¡Quince ingenieros industriales! 

—acaba de leer la lista y se la guarda en el bolsillo.
— ¡Y un filósofo! 
—dice para finalizar. 

Nadie levanta la mano.

 Entonces, los seleccionados se suben al vehículo,
 que arranca y se va a toda prisa. 

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