Parece imposible.
Un nuevo estudio publicado en Nature, que combina medidas espectroscópicas y simulaciones por ordenador, ha revelado que la capa superficial de una gota de agua, la interfase entre el agua y el aire, tiene como grosor el diámetro de una sola molécula de agua.
Solo una molécula de agua.
Todos los homeópatas deberían leer este nuevo estudio, pues también demuestra que la “memoria del agua” es imposible.
Confieso que yo imaginaba que el grosor de la superficie de una gota de agua tendría varias moléculas, aunque no muchas.
Nos lo ha contado Pavel Jungwirth, “Physical chemistry: Water’s wafer-thin surface,” Nature 474: 168–169, 09 June 2011, haciéndose eco del artículo técnico de Igor V. Stiopkin et al., “Hydrogen bonding at the water surface revealed by isotopic dilution spectroscopy,” Nature 474: 192–195, 09 June 2011.
Las dos ideas erróneas más populares sobre el agua líquida, según Jungwirth, son la “memoria del agua” y la “poliagua.”
El nuevo estudio es una nueva demostración de que ambas ideas son erróneas.
La “memoria del agua” se refiere a la posibilidad que tendría el agua de “recordar” durante largos períodos de tiempo la forma impuesta por moléculas de soluto. Jacques Benveniste (1935–2004) publicó en 1988 en Nature esta idea que está considerada la “piedra filosofal” de la homeopatía moderna.
La actividad biológica de un compuesto en solución acuosa se mantendría tras repetidas diluciones gracias a la “memoria del agua.”
Este efecto no es reproducible y la ciencia no lo acepta, aunque este hecho no ha afectado al éxito comercial de la homeopatía, una pseudociencia
en toda regla.
El concepto de “poliagua” está relacionado con la correlación (orden) a largo alcance en el agua, a través de cientos de capas moleculares.
La “poliagua” es un líquido viscoso que se produciría cuando el agua se hace pasar múltiples veces a través de tubos capilares.
La ciencia ha demostrado que este fenómeno no existe ya que las correlaciones de largo alcance en el agua son de probabilidad nula.
El nuevo artículo de Stipokin et al. es una nueva demostración
de la imposibilidad de ambos efectos.
Stipokin et al. han estudiado con detalle la estructura la interfase acuosa por excelencia, entre el agua y el aire, gracias a la combinación de dos técnicas, la primera experimental y la segunda teórica.
La experimental es la espectroscopia vibracional selectiva de superficies, que ha permitido estudiar los enlaces hidrógeno-oxígeno en las moléculas de agua que se intercambian entre el líquido y el aire.
Por razones técnicas en realidad estudiaron los enlaces deuterio-oxígeno en moléculas de agua “marcadas” en las que se substituyó el hidrógeno por deuterio.
Este tipo de enalces solo existen en la superficie del agua y son como “antenas” sensibles a las interacciones entre las moléculas de agua de la superficie y las moléculas de agua sumergidas en el interior del líquido.
La segunda técnica utilizada por Stipokin et al. han sido las simulaciones por ordenador de las vibraciones de las moléculas de agua cercanas a la interfase líquido-aire.
Los resultados de Stiopkin et al. demuestran tanto de forma teórica como experimental que la superficie no tiene un impacto de largo alcance sobre
el agua y que la fuerza de las interacciones entre las moléculas superficiales de agua y las del interior son comparables a las existentes entre las moléculas del volumen interior.
Esto significa que solo una capa superficial con un grosor de 0,3 nanómetros muestra moléculas de agua que se comportan de forma diferente al resto de las moléculas del interior del líquido.
Una capa de agua con el grosor de una sola molécula de agua.
Sin lugar a dudas una visión fascinante sobre las propiedades de la superficie de una gota de agua líquida.
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