¿Quién entiende mejor el universo físico:
los mayas o nosotros?
Nosotros. Ni duda cabe.
Los mayas fueron astrónomos, arquitectos y matemáticos consumados.
Describieron los ciclos del Sol, de la Luna y de Venus luego de siglos
de pacientes observaciones del cielo.
De estos ciclos dedujeron la idea de tiempo.
Comparando la duración de los ciclos de distintos astros concibieron calendarios con los que podían calcular lapsos larguísimos.
Muy bien.
Dicho esto, añadamos que no fueron los únicos.
Los babilonios, los egipcios y los chinos alcanzaron cimas intelectuales similares en lo que a astronomía, matemáticas y arquitectura se refiere.
Tal vez en cada época hay una especie de límite superior al que se puede aspirar en materia de cultura y este límite lo alcanzan todas las sociedades contemporáneas bien organizadas (por ejemplo, hoy en día los países desarrollados tienen niveles comparables de desarrollo tecnológico
y producción artística).
Pese a todo, ocurre que el calendario maya, como todos los calendarios antiguos salvo el romano, no tomaba en cuenta que el año solar no dura
365 días justos, sino 365 días y un poquito más.
Ese poquito más basta para que, al correr de los años y conforme
el calendario se repite cíclicamente, la posición del Sol en el cielo y la fecha del calendario se vayan desfasando y en poco tiempo el calendario ya no sirva para predecir las estaciones, su utilidad principal en las sociedades agrícolas.
El calendario solar de los mayas es de esos.
El mito de que era más exacto que el calendario gregoriano se debe a un investigador de los años 20 que leyó mal dos glifos mayas relacionados con
el calendario y pensó que representaban la corrección que nosotros hacemos por medio de años bisiestos.
En los años 50 se demostró que no,
pero el mito ya había conquistado mucho terreno.
En años recientes se ha popularizado una idea de los mayas
que nos los pinta como dioses que todo lo sabían.
Según esta visión, nada que se sepa hoy era secreto para los mayas.
Los mayas son un poquito como nuestros griegos:
el símbolo de una antigüedad dorada en la que todo era mejor.
Griegos y mayas son seres humanos, con sus virtudes y sus defectos,
y sobre todo con sus limitaciones.
Ahora las huestes del New Age vienen a decirnos que:
1) los mayas predijeron horribles catástrofes para fines de 2012,
y
2) que hay que ponerse a temblar de miedo, porque,
si lo predijeron los mayas, tiene que ser verdad
Veamos algunas cosas muy interesantes.
Empecemos con el calendario.
Las fechas mayas no tienen la misma estructura que las fechas del calendario gregoriano que usamos hoy.
Su calendario no cuenta sólo años.
Tiene ciclos de distintas duraciones, uno de ellos de poco más de 5000 años. Ese ciclo se llama Cuenta Larga.
Nuestro calendario y el de los mayas tampoco tienen el mismo
punto de partida.
Así pues, convertir una fecha maya en una gregoriana no es tarea fácil.
Hoy en día, los expertos no se han puesto de acuerdo en una manera unánimemente aceptada de correlacionar los dos calendarios.
Según un sistema de correlación, el fin del ciclo de la Cuenta Larga
ocurrió hace unos doscientos cincuenta y tantos años.
Según otro, la Cuenta Larga termina en 2012,
pero hay controversia en cuanto al día exacto:
¿será el 21, o el 23 de diciembre?
Hay cerca de 50 maneras distintas de empatar los dos calendarios,
de modo que no sabemos si la Cuenta Larga del calendario maya
termina en nuestro año 2012 o no.
En caso de que sí (y en caso de que no también), no hay documentos mayas que contengan profecías para ese día, a menos que se pueda llamar “profecía” a una afirmación del estilo de “ese día se termina el treceavo baktún”,
que es como profetizar que el año 2010 terminará el 31 de diciembre.
Las únicas profecías mayas que se conocen están contenidas en los llamados Libros de Chilam Balam, que son colecciones de tradiciones, cuentos,
rituales y pronósticos que datan de la Colonia.
Los especialistas consideran las profecías de estos libros como elaboraciones sobre profecías prehispánicas muy vagas que se manipularon en el siglo XVIII para ajustarlas a hechos ya ocurridos.
No es la primera vez que sucede: los autores del Nuevo Testamento reinterpretaron profecías hebreas más antiguas de manera que pareciera
que anunciaban la vida de Jesús (no lo digo yo, lo dicen los analistas de la Biblia; véase, por ejemplo, el compendio que hizo Isaac Asimov en su Guía
de la Biblia, Nuevo Testamento, Planeta, 1983).
Y es exactamente lo mismo que ha ocurrido con las muy citadas
y poco conocidas “profecías de Nostradamus”: vistas desde nuestra perspectiva, no es muy difícil acomodar el vaguísimo contenido de estas profecías a hechos que sabemos que ocurrieron (Hitler y los nazis,
por ejemplo) o que tememos ocurrirán.
En resumen: el 2012, fecha sin ninguna distinción en nuestro calendario, posiblemente tampoco signifique nada en el calendario maya,
y en todo caso los mayas no profetizaron nada de nada.
Y aún si sí hubieran profetizado, como señala Jesús Galindo, experto en astronomía maya, la astronomía moderna es, a no dudarlo, muchísimo más amplia de miras, profunda de alcances y exacta en predicciones
que la de los mayas; con todo, no podemos predecir llegadas de cometas, fenómenos solares inesperados ni explosiones de supernovas.
Si nosotros no podemos, tampoco podían los mayas.
Al mismo tiempo, las supuestas profecías que nos quiere vender
el movimiento New Age contradicen flagrantemente cosas que sabemos
bien acerca del Universo y su funcionamiento.
Si fuera cierto que un planeta desconocido viene hacia la Tierra para arrasar con la civilización, ya podríamos verlo con nuestros telescopios.
Flaco favor nos hace quien nos cree más de lo que somos.
Tampoco halagamos a nuestros antepasados
inflando desproporcionadamente sus aportaciones.
Los mayas vistos por los mayistas de verdad son mucho más interesantes
que esos dioses de cartón que nos pinta la cursilería sentimental
que se conoce como New Age.
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