De tanto dormir entrelazados
hemos comenzado a hacernos un nudo
de la garganta al tobillo,
aunque tu cabeza duerma junto a mis pies,
y tu mano y tu vientre confitado
a miles de años luz sobre las sàbanas.
De tanto dormir entrelazado
hemos comenzado a confundir
de quièn es ese brazo y esta pierna.
Y entre roce y roce,
nos pasamos la noche
desatando nudos.
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