Sino el relato de la intrigante posibilidad (apuntada por Martin Rees,
uno de los mejores cosmólogos del mundo, Astrónomo de la Reina
de Inglaterra y presidente de la prestigiosa Royal Society británica),
de que la vida alienígena estuviera ya presente entre nosotros,
pero que seamos incapaces de detectarla.
-dijo Rees durante una conferencia en la Academia Nacional de Ciencias
(NAS) norteamericana-.
El problema es que nosotros buscamos algo que se nos parezca mucho,
y asumimos que por lo menos manejarán unas matemáticas
y una tecnología similares a las nuestras».
Rees, que cree firmemente en la posibilidad de que haya vida fuera
de la Tierra, dijo que «sospecho que podría existir vida e inteligencia
ahí fuera bajo formas que nosotros no podemos concebir.
Del mismo modo en que los chimpancés no pueden entender la Física Cuántica, ellos podrían tener y manejar aspectos de la realidad que estén
más allá de la capacidad de nuestros cerebros».
Para el eminente científico británico, tampoco queda nada claro si el eventual descubrimiento de seres extraterrestres deambulando a sus anchas
por nuestro planeta causaría una oleada general de pánico o si,
por el contrario, sería un motivo de alegría para los terrícolas.
Frank Drake, otro de los nombres más conocidos de la astronomía
y fundador del programa SETI para la búsqueda de inteligencia extraterrestre, lanzó la idea de que la «revolución digital» en que vive la Humanidad
nos habría vuelto prácticamente indetectables para hipotéticas inteligencias alienígenas que estuvieran escrutando nuestro Sistema Solar.
Llevamos más de medio siglo lanzando ondas de TV y de radio al espacio
y la Tierra, hoy, está rodeada por completo de un «escudo» de 50 años luz
de diámetro, hecho de radiaciones procedentes de la TV analógica,
la radio y los radares.
mucho más débiles, no son capaces de transmitirse a esas distancias.
Motivo por el cual, ante los ojos de un observador externo que buscara señales de radio, seríamos prácticamente invisibles.
que se parara a estudiar nuestro mundo.
O bien somos invisibles para ellos y sus sofisticados instrumentos
(como sostiene Drake), o bien (como sospecha Rees),
los tenemos ya paseándose entre nosotros bajo formas
que ni siquiera somos capaces de imaginar...
en todo cuanto le rodea...
Quizá, sólo quizá, cualquier día se lleve una buena sorpresa.
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