domingo, 4 de diciembre de 2011

Aquellos dueños...


Son las veinticuatro horas, un minuto y quince segundos del nuevo día 
y como todos sin fallar uno, se escuchan los pasos del comedor al recibidor 
y viceversa.

 La sombra y el candelabro se mueven un crepúsculo más y lo asumo.

 Quiere que nos mudemos pero ya prefiero convivir con este ser,
 lo percibo casi de la familia y por supuesto, necesito saber porqué todas
 las noches y a la misma hora sale,
 se pasea y vuelve a desaparecer hasta
 la nueva alborada.

 Después de haber pasado por esto, 
no me quedo con la intriga.

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