domingo, 4 de diciembre de 2011

para saber de Aquello.


Llegué a un pueblo fantasmagórico.

Las calles estaban embarradas y sin asfaltar y para colmo de males, 
desde hacía décadas sin corriente eléctrica.

 Cuando entré en la pensión donde tenía que alojarme,
 casi tropecé con el techo debido a mi elevada estatura
 y llegué a tener la certeza de haberme introducido en la Edad Media,
 cuando me sirvieron para cenar una sopa de ajos tan rancia y consistente 
que podía ser cortada con unas tijeras, pero para saber de aquello, 
tenía que continuar y esperar a la madrugada y conseguir un mechón 
de cabello de la dama que salía de la nada y se paseaba jazmín en mano, por todo el cuarto.


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