—¡Pará! —gritó Moisés.
—¡Hay erratas!
¡Olvidad lo que he dicho!
—vociferó para aplacar la tormenta mientras la muchedumbre se masacraba.
El editor del profeta corrigió el texto en la segunda edición.
Era demasiado tarde para la Humanidad,
pero resultó un negocio redondo para la editorial.
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