lunes, 19 de diciembre de 2011

Las Ciencias de las Ciencias...


Si hablamos de razón constreñida en exclusiva al ámbito de la Ciencia, 
ésta se reduce en su magnitud y sus matices, y nos lleva a una deshumanización brutal. 

La reacción a tal deshumanización consiste en integrar ciertas dosis
 de irracionalidad en las Ciencias. 

Ya hablamos que en el contexto de descubrimiento había una componente creativa e innovativa importante, la irracionalidad, pensar de manera diferente, son herramientas óptimas para el pensamiento creativo.

Las dos Filosofías de la Ciencia, la Descriptiva y la Prescriptiva y la Historia de la Ciencia, se tienen que aprovisionar de pequeñas semillas de imaginación y de irracionalidad. 
Esto en romano paladín significa que mejor les iría si ampliaran las relaciones establecidas entre Ciencia y Filosofía. 
Si optáramos este punto de vista, la Ciencia no sólo sería conocimiento; sería una acción humana… ¡sería arte!
La Filosofía de la Ciencia no sólo se reduciría a la Lógica, Semántica y Epistemología, sino que se ampliaría hacia otros campos como son la Ética, la Filosofía Política de la Ciencia, etc…
Esto formaría parte de una metodología de pensamiento complejo, que se antepondría a la metodología de pensamiento determinista, como ya estuve comentando en otra entrada y que versa sobre las bondades del pensamiento complejo versus el determinista, ahondando un poquito más en ambos conceptos.
El responsable del concepto Filosofía de la Ciencia Ampliada es Alfredo Marcos. Para Marcos, la distinción de contextos, es una herramienta incompleta. 
Plantea que el llamado “contexto de justificación” fue el territorio propio de la Filosofía de la Ciencia clásica y considera que la distinción de contextos  fue el último episodio de una larga historia, de un proceso de reducción y deshumanización de la razón bajo las viejas obsesiones de la certeza y el automatismo. 
Hoy esta estrategia reductora, propia de los tiempos modernos, ha entrado en crisis. Marcos plantea que es factible una Filosofía de la Ciencia postmoderna a salvo de tendencias irracionalistas, siempre que adoptemos una estrategia ampliadora: siempre que caractericemos la razón no como una receta algorítmica, sino como un ars vivendi guiado por la prudencia.
Marcos busca la reinserción social de la Ciencia a través de la mirada de otras disciplinas y enfoques. Este es precisamente el sentido de “amplia” añadido al de “Filosofía de la Ciencia”. 
Si la Ciencia se convirtió en el paradigma del conocimiento imponiendo sus métodos y parámetros como los únicos válidos, excluyendo otras manifestaciones y elevándose por encima de lo “humano”, tampoco la Filosofía de la Ciencia debe convertirse en un elemento reductivo, sino, por el contrario, abierto, amplio, humano.
 La prueba de esta tendencia, casi necesidad, la tenemos en la aplicación de otras disciplinas al campo de la Ciencia. 
El autor señala diversos campos necesarios, diversas disciplinas capaces de dar cuenta de los procesos, mecanismos y actividades de la Ciencia: la retórica, la sociología, una “filosofía política de la ciencia”  o una “poética de la ciencia”, ocupándose esta última de los procesos de creación, de la gestación científica, entre otras.
Desde una perspectiva pragmática, la Ciencia resulta concebida de un modo más amplio, como actividad o práctica de una comunidad que instituye procedimientos y hábitos. 
En definitiva es una práctica social y como tal requiere un abordaje teórico que lejos de atrincherarse en el interior de los supuestos de la teoría del conocimiento clásica, se construya con unas miras más amplias que las relacionadas con las cuestiones estrictamente metodológicas.
La filosofía de la ciencia así ampliada no reniega de la metodología, que sigue siendo el núcleo central de la práctica científica. 
Pero se pone de relevancia, que enfatizando sólo en la metodología, se pierde la perspectiva de la complejidad de la Ciencia, ya que como actividad social que es, se desarrolla en escuelas y universidades, laboratorios, fábricas, empresas, congresos, foros… y los despachos oficiales u oficinas de ciencia y técnica. Se sistematiza en cuatro los contextos donde acontece la Ciencia: de enseñanza, de innovación, de evaluación y de aplicación, y es entre ellos donde se  juegan intereses, valores y poderes diversos.
El desafío entonces queda planteado: la construcción de una Filosofía de la Ciencia que incluya la mirada histórica, y también la sociológica, axiológica y hasta política. 
Porque si los pioneros de la tradición epistemológica recuperaron en la construcción de su saber la moderna identificación entre verdad y método, quienes defendemos la necesidad de una ampliación de este modelo reconocemos la centralidad de otro vínculo, también íntimo y constitutivo, que se manifiesta tan pronto como comprendemos la dimensión social del conocimiento.
 El vínculo que en todos los casos se establece entre verdad y poder.
Por todo ello, en la concepción de la nueva Filosofía de la Ciencia debe prevalecer el de una Filosofía de la Ciencia Amplia en la que la razón y el algoritmo no sean motores únicos. 
Muy al contrario, los caracteres humanizador, social y creativo de la Ciencia deben aportar riqueza y ampliación de los límites y de los corsés de la concepción clásica.
En el próximo capítulo nos adentraremos  en el mundo de los conceptos científicos, prestando especial interés a la definición, las clasificaciones y taxonomías y los conceptos métricos.

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