Todo producto, servicio, grupo, persona o suceso puede ser sujeto de mercadotecnia. Ya sea para denostarlo o ensalzarlo; como producto principal, o como parte de una campaña más grande.
Esta entrada está dedicado a la Gran Guerra Patria, por lo que haremos un breve análisis mercadológico de ella, mientras vemos algunos carteles soviéticos de esa época.
Se conoce como Gran Guerra Patria, a la que sostuvo la Unión Soviética contra la Alemania nazi y sus aliados durante la segunda guerra mundial.
En 1939 la URSS había logrado convertirse en unos cuantos años de país agrícola y atrasado a una potencia industrial moderna.
Su líder, José Stalin, consiguió elevar el nivel de vida general, aunque con un nivel de control y represión férreos.
Por su parte, Alemania estaba lista para tomar revancha por la derrota sufrida en la Primera Guerra Mundial; de hecho, para muchos autores, la primera y la segunda guerra mundial son un mismo conflicto, separado por una tregua para rearmarse; una tregua de 20 años (que no son tantos, es como si la 1GM hubiera acabado en 1991 y la 2GM empezara este 2011).
Así que, ya con un ejército moderno y ampliado, Hitler invade Polonia el 1° de septiembre de 1939. Inglaterra, que históricamente siempre ha tratado de evitar que algún país europeo logre la supremacía, declaró la guerra a Alemania; y Francia, como su aliado, hizo lo mismo.
Sólo que Hitler había modernizado también la técnica guerrera, y usando una táctica llamada Blitzkrieg (guerra relámpago), logró invadir Dinamarca, Noruega, Luxemburgo, Holanda, Bélgica y Francia en sólo unas semanas.
¡Parecía haber ganado! El único enemigo que le quedaba a Alemania era Inglaterra; EEUU no había entrado a la guerra, y había firmado un tratado
de no-agresión con la URSS.
Sólo había una cosa: los verdaderos enemigos ideológicos de Hitler no eran los ingleses, imperialistas y capitalistas como él; ni los Franceses, que en realidad admiraba (decidió no destruir París por su belleza); sus verdaderos antagonistas eran los comunistas.
Pero sobre todo, ambicionaba para Alemania las extensas tierras soviéticas, ricas en petróleo, minerales y otras riquezas.
Así que de manera sorpresiva para todo el mundo -incluso para sus altos mandos- ordenó la invasión de la Unión Soviética.
El 22 de junio de 1941, 3 millones de soldados se lanzaron sobre la desprevenida Rusia.
Stalin, que siempre había prevenido cada movimiento de sus enemigos, mandándolos a Siberia o a fusilar antes de que lo traicionaran, no previno eso.
Y se quedó encerrado en sus oficinas por ¡10 días!; sin tomar ninguna decisión; sin actuar, sin hacer nada.
Estaba en shock.
Había llegado al poder y sobrevivido en él, porque, a diferencia de otros grandes líderes de antes y después, como Julio César, Luis XVI, o Kennedy; él no confiaba en nadie.
Logró desactivar toda oposición y eliminar a cualquier posible conspirador. Incluso los grupos o partidos contrarios, como la Iglesia ortodoxa, fueron prohibidos; lo cual afianzó su poder, pero ocasionó que grandes sectores de la población le tuvieran rencor.
Para empeorar, en las también llamadas purgas había eliminado a muchos jefes militares competentes, por lo que en los primeros días, la defensa soviética, sin guía, fué desastrosa, perdiendo rápidamente grandes extensiones de terreno.
Pero el undécimo día, Stalin salió de su reclusión y se puso al frente
de la defensa.
Era ateo, así que no creemos que haya sido impulsado por una inspiración divina; pero el caso es que regresó con energía y claridad notables
en la acción.
En primera instancia, hizo traer de siberia o de los lugares alejados a donde los tenía a los jefes militares competentes que sobrevivían, y los puso al frente.
Después, faltaba el problema de unir a la pluriétnica y dividida Unión Soviética.
En varias regiones la gente veía como libertadores a los Alemanes y hasta los apoyaban. En otras, simplemente la gente no quería a Stalin. Éste sabía que dividida, la URSS sería fácil presa de los Nazis.
¡Eran un pez suelto!
Así que necesitaba una campaña de mercadotecnia para atraer el apoyo de la gente en la guerra.
Y el primer paso de esta campaña fue legalizar y atraerse el apoyo
de la iglesia Ortodoxa, para que en sus sermones instaran a la gente
a defender la sagrada Rusia.
La Iglesia Ortodoxa es nacionalista, y efectivamente, llamó a los fieles
a la guerra santa contra el invasor.
El segundo paso fué llamar a esta guerra "Gran Guerra Patria", comparándola con la "Guerra Patria", que los propios rusos habían librado años antes, pero contra la invasión napoleónica.
De esta manera, dejaba de ser un asunto ideológico, ya no era la guerra del fascismo contra el comunismo; se convirtió en un asunto patriótico.
La gente de cualquier lugar y tiempo se divide en izquierdas o en derechas, pero se une en el fervor patriótico .
La comparación con la "Guerra patria" tenía otras ventajas: aquella también fué una lucha por la sobrevivencia de Rusia contra un fuerte invasor, aparentemente invencible: Napoléon, contra el que después de muchos sacrificios y valor, se logró la victoria.
Así se lograba un espíritu adicional de esperanza y optimismo a largo plazo.
La propaganda también se esforzó en mostrar la suma crueldad de los alemanes; lo cual no distaba de la realidad: éstos asesinaban por igual a cualquier soviético, hombre, mujer, niño o anciano, sin importarle su etnia; así que pronto, las poblaciones que los apoyaron en un principio, cambiaron de opinión.
Otras estrategias consistieron en considerar en adelante a todo habitante de la URSS como igual (antes de la guerra se había despreciado a ciertas etnias) y se apeló al esfuerzo y sacrificio de todos.
El mismo Stalin puso ejemplo, al rehusarse a abandonar Moscú cuando los Alemanes estaban a sólo 42 km, en un avance que parecía imparable. No sólo se quedó, sino que logró organizar la defensa de la ciudad, y frenar el avance Alemán.
El sacrificio del pueblo soviético fue enorme: murieron en el conflicto 8,860,400 soldados, y 18 millones más de civiles.
Pero después de resistir los sitios más brutales e inhumanos de la historia, los soviéticos lograron parar, y después, contraatacar a los Nazis, para ganar la Gran Guerra Patria el 9 de mayo de 1945, con la toma de Berlín.
Pero nada de eso se hubiera logrado, si no hubiera habido una labor de convencimiento (márketing) en la población para apoyar con las armas o en las fábricas y los campos el esfuerzo de guerra.
Este tipo de propaganda, por supuesto, ha sido utilizada por países de cualquier ideología y tiempo; aunque dadas las especialmente desesperadas condiciones que vivió el pueblo soviético en la segunda guerra, cobra mayor relevancia.
Necesitaban algo que los animara constantemente, y les hiciera conservar la esperanza de que la victoria era posible.
documentación: Los-re-medios
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