La inercia es una extraña propiedad de la materia.
Cuando te vas, por ejemplo, el aire conserva el calor de tu cuerpo durante
un rato, así como la arena guarda toda la noche la tibieza del sol.
Cuando te vas, para seguir con el mismo ejemplo,
mis manos persisten en la caricia, a pesar de que ya no hay piel que acariciar.
Cuando te vas, dejas atrás un tú invisible adherido a las cosas más pequeñas: quizás un cabello en la almohada, una mirada que se ha enredado
en los tirantes del deseo, una huella de saliva en las comisuras del sofá,
una molécula de ternura en la ducha.
Simplemente eres mi inercia.