Un fuerte grito que se escucha en la distancia, quizá en el segundo o tercer piso... las cortinas cubren las ventanas y no permiten la vista hacia el interior; por eso nadie se percata del asedio silencioso detrás de la urbanidad.
La armonía doméstica es sólo la farsa del espejismo de su matrimonio
y allá afuera el mundo entero sin sospecharlo.
Y mientras más observo a través de sus verdaderos "yo"
más siento como si me estrellara contra 1000 espejos rotos
y entre miles de fragmentos que lo reflejan todo, es imposible ocultarse;
no hay donde esconderse.
Y mientras afuera las luces brillantes de una ciudad no son capaces
de opacar lo que se vive dentro.
Aunque tema más que a nada salir de esta habitación
y ver los 1000 espejos rotos, creo que ya es hora...
¿Quiénes son los culpables? ¿Quiénes son quienes tendrás que reparar las gruesas cicatrices?
Porque no debemos dejar a nuestros hermanos sangrando...
Y ya es hora.