viernes, 4 de mayo de 2012

in hominem verum nascitur ex profundis...


Lo primero a lo que nos invita esta carta es a observar que el número que aparece en ella está escrito al revés, por lo tanto nos está indicando una bajada, un giro con respecto a las fichas anteriores.
Luego tenemos que en latín Le Pendu es el valor de... endu de endurance que tanto en francés como en inglés es la resistencia, la paciencia, el aguante,
 el fondo o profundidad.

Aquí encontramos lo siguiente: proviene de la raíz indoeuropea (s)
pen- : estirar, hilar

Y de ahí deriva al latín en:
pendo: estar colgado, de donde obtenemos en italiano antiguo, pendolare: balancearse, operación que hacen los marineros con el objeto de limpiar una embarcación, cargando peso a una banda y descubriendo así el fondo del costado opuesto.

penso: pesar (proveniente de pendo); y obtenemos pensar -pesar
 el pro y el contra; y por ende pesar, ponderar.
también obtenemos: péndulo
Y al portugués deriva en pendura: colgado.

Luego es el hombre que ha suspendido o detenido por un tiempo sus acciones, para en-belesarse, el que se halla pendiente, sumamente atento por aquello que le falta resolver. También es imagen de una joya colgante.

Y en ese en-belesarse se corre el riesgo de precipitarse, volar como una péndola -pluma-, de ahí que se encuentre atado para llegar a ser un pendolista o memorialista, una persona que escribe
 o apunta en su cuaderno notas para un fin.

¿Cuál es ese fin?.

"Imagen invertida", que nos invita a mirar hacia dentro para conocerse a sí mismo, mientras medita o lleva a cabo sus actividades diarias.
Es el teórico, el pedagogo que profundiza en la razón de las cosas, para, finalmente, consagrarse a la contemplación, es decir a la elaboración interior de las observaciones recogidas en el curso de sus viajes. 
Estas son exploraciones que tienden a obtener abundantes materiales cuya asimilación no podría efectuarse al momento.
 Es una digestión intelectual que sólo permite apropiarse las nociones debidas a esfuerzos de atención, de ahí el carácter meditativo llamado
 a construir su propio edificio mental. 

Bastaría remontarnos a la Perpendicular o plomada de los constructores medievales, estos instrumentos recomiendan la calma, el recogimiento,
 el apaciguamiento de las pasiones, el equilibrio plácido que debe realizarse intelectualmente, después la profundización, la penetración hasta el fondo 
de las cosas. 
De una parte disciplina, sumisión a todo lo admitido, docilidad, receptividad; por otro lado autonomía, crítica de lo convencional, búsqueda de la verdad
en sí misma y sublimación constante del pensamiento individual. 
Hay aquí las oposiciones realmente constructivas
de una mentalidad filosófica.

La perpendicular, invita a no contar más que consigo mismo, con su energía propia, y a bajar después a su interior, a los lugares infernales.
 Esa plomada, refiriéndola a la necesidad de descender en sí mismo y penetrar hasta el centro de donde surge la luz interior es el instrumento de la construcción en altura, sin observar que también sirve para el trabajo en profundidad. Es al ahondamiento de un pozo vertical, que ha de recogerse en sí mismo para alcanzar el centro de su personalidad, donde descubrirá la misteriosa quintaesencia, es decir, la esencia de su yo real. 

“Conócete a tí mismo” dice la plomada, a fuerza de profundizar, el pensador llega a entender mentalmente algo, a apropiárselo y amarlo,
 no sólo aisladamente sino también en relación con la universalidad.

Así, llegamos a partir de aquí a Plendu -complendu-: 
cumplido -terminado, completado-; finalizar la obra. 

La materia soñadora