Me dirán que diez no es suficiente.
Ni doce ni ochenta y uno.
Que quizás con cien o mil sería distinto.
Que es necesario mucho más para llegar.
¿Cuánto más? ¿Bastarían algunos miles?
¿Hay un número capaz de definir la magnitud que colme nuestra medida?
¿Es ese número el mismo para todos, existe una cifra promedio que determine la llegada a la meta?
¿Un número de proyectos realizados, de productos vendidos,
de bienes adquiridos?
¿De personas que alimenten con halagos nuestro ego?
¿Una suma de dinero que nos convierta en profesionales reconocidos?
¿Una intensidad de aplausos?
¿Un grado de popularidad o estima, de premios y menciones públicas?
A mí me basta con una sola línea mía te humedezca los ojos sin permiso,
te quiebre el gesto serio y lo vuelva sonrisa, o piel de gallina o suspiro.
Que te llame a volver sobre mis breves palabras sin remedio.
Que te atrape entre sus hilos plateados un instante y te retenga en su mundo de nube un segundo más de lo que hubieras querido.
Y ahí dudo si aspirar a uno solo no es pedir demasiado.
