En la ventana del primer piso voy a esperarte envuelta en cúmulos de tul, entre corales y violetas vivos.
Mil mariposas indómitas tejerán mi escote.
Y en la boca guardaré uvas jugosas que se harán vino cuando me des la tuya.
En la segunda ventana estaré esperándote cubierta de ojos de cárabo y alas espesas para perforar silencios.
Un tambor de luna arrancará desde mi piel húmeda.
Los vampiros huirán de celos.
Los fantasmas, torpes y perdidos, morirán otra vez.
Pero no tardes, mi vida, no demasiado.
Si al llegar no me ves asomada, podría estar detrás de la última ventana. Entonces ni se te ocurra tocar a la puerta.
Diana H