La vida, esa extraña sensación que nos invade desde que asomamos al mundo hasta que nos vamos de él, se muestra, la mayoría de las veces,
tan parsimoniosa y ajena a nuestros deseos, que difícilmente estos se cruzan con la línea de la realidad…
Tal vez por eso, hemos de aprovechar la intensidad de estar en el momento adecuado, en el lugar preciso y con la gente apropiada…
Nuestro trabajo, nuestra familia, nuestros amigos, nuestros amores,
e incluso nuestra fortuna…
Supongo que a la mayoría de nosotros nos gustaría disponer de más de lo que nos agrada y de menos de lo que sentimos como obligación.
La distribución del tiempo es así… tan relativa como opuesta entre personas… cuando deseamos estar en un sitio, realizando alguna cosa concreta o cerca
de una persona determinada, no siempre se puede y entonces la vida,
al ritmo de ese tiempo que no sabe lo que es retroceder,
se encarga de darnos, no alternativas, si no más bien, esas otras opciones obligadas de las que es casi imposible escabullirse…
Más, sigo vivo… y no, no sigo vivo por que respire,
si no que sigo vivo por me palpita el corazón…
No puedo si no dar las gracias a todos aquellos que están a mi lado,
que me acompañan, que me ayudan, me apoyan,
y que siempre me regalan una sonrisa…
Por muy complicado que sea el camino,
la mayoría de las veces alguien se nos adelantó
y nos lo puso más fácil…
tal vez tendiendo un puente.