¡No lo creas Cirilo! Viven en mi corazón,
no como los ves, vestidos de formas perecederas;
sujetos hasta en el cielo a las pasiones humanas,
adorados por el vulgo y dignos de desdén,
sino como los han visto espíritus sublimes:
en el espacio estrellado que carece de moradas,
fuerzas del universo, virtudes interiores,
unión armoniosa de la tierra y el cielo
que encanta al pensamiento, el oído y los ojos,
y que ofrece su ideal accesible a los sabios,
y a la belleza del alma esplendor visible.
¡Tales son mis dioses!
"Hipatia y Cirilo"
Laconte de Lisle, 1857