lunes, 27 de agosto de 2012

Sobre un triángulo en la Bermudas, una buena historia. (20290)


Barcos y aviones desaparecen en un área formada por las islas Bermudas, Florida y Puerto Rico más deprisa que un sándwich de jamón y queso
 en una escuela de modelos.

En 1974 se publicaba El Misterio del Triángulo de las Bermudas, de Charles Berlitz, que rápidamente se convirtió en best-seller.
 Con su prosa bien hilvanada y vendedora de misterios, nos convenció de que algo extraño sucedía en esa región del Atlántico. 
Cientos de aviones y barcos han desaparecido sin dejar rastro 
en cielos y mares en calma. 
Una de las desapariciones más sonadas fue la del Vuelo 19 en diciembre de 1945: cinco bombardero-torpederos Avenger que despegaron de la base de Fort Lauderlade en una tarde soleada. 
Hora y media más tarde se recibió una transmisión angustiada 
“parece que hemos perdido el rumbo”. 
Poco después algo mucho más misterioso: 
“Todo anda mal.. todo es extraño.. No podemos estar seguros de ninguna dirección. Incluso el océano tiene un aspecto anormal”.
¿Y el Sulphur Queen, un carguero de 15.000 toneladas que desapareció en 1963 y del que solo se recuperaron dos chalecos salvavidas?
Por decirlo de manera suave: el triángulo de las Bermudas 
es un misterio manufacturado.
 Como dice Larry Kusche, un bibliotecario de la Universidad de Arizona que en 1974 recogió y publicó toda la información posible sobre las misteriosas desapariciones porque continuamente se las estaban pidiendo, todo comenzó “con una investigación descuidada y fue elaborada y perpetuada por escritores que, consciente o inconscientemente, se sirvieron de errores, razonamientos incorrectos o simple sensacionalismo”.
 El ilusionista James Randi ha sido incluso más irónico al referirse al creador del misterio: “Tengo entendido que Berlitz habla unos 30 idiomas, 11 de ellos con fluidez. Quizá sea capaz de decir sus falsedades en los treinta idiomas”.
El libro de Kusche, publicado en España en 1977 con el título El misterio del triángulo de la Bermudas solucionado, recoge toda la información sobre cada uno de los casos que han alimentado el misterio.
 Al contrario que Berlitz, Kusche aporta la documentación original de cada uno de los casos. Así, el famoso Vuelo 19, de entrenamiento, simplemente se perdió. El avión del jefe de escuadrilla, el teniente Charles Taylor, tenía la brújula estropeada, volaba sin reloj y el resto de los aviones no llevaban instrumentos de navegación operativos. 
Irónicamente, volaban con el rumbo correcto cuando decidieron que estaban perdidos. El día estaba despejado al despegar, pero pronto cambió y se enfrentaron a vientos fuertes y un mar alborotado, por lo que no pudieron amerizar. Al final, acabaron cayendo cuando se les acabó el combustible.
El caso del Sulphur Queen es aún más sangrante, pues Berlitz y sus seguidores olvidan que según el informe de la Guardia Costera el mar estaba embravecido, las olas tenían más de cien metros de altura y los vientos con velocidades cercanas a las de un huracán. 
Respecto a la historia de los salvavidas…
 Un cuento muy bonito. El mismo informe de la Guardia Costera afirma que se encontraron restos del Sulphur Queen.
Peor aún: los defensores del misterio se inventan desapariciones, como la del barco noruego Stavenger, desaparecido en octubre de 1931. 
Incluso se dijo en 1977 que se había descubierto una pirámide de 143 metros sumergida en el Triángulo… 
La Atlántida entraba en juego. Una pena que semejante pirámide 
no se haya encontrado nunca.
Ni la famosa compañía de seguros Lloyd’s (que se juega los cuartos) ni la Guardia Costera norteamericana (cuyos barcos pasan más tiempo que nadie en el “triángulo maldito”) piensan que suceda nada misterioso.
 “Condiciones meteorológicas adversas y el carácter impredecible del ser humano pueden superar las más ambiciosas narraciones de ciencia ficción”, aseguraba en 1974 un portavoz del servicio de vigilancia.


Ya se sabe: no dejes que la verdad arruine una buena historia