miércoles, 21 de agosto de 2013

A través de la nada (30005)


Las dos máquinas esféricas estaban separadas por un año luz de distancia. 
Ambas tenían un diámetro de un milisegundo luz, casi 300 kilómetros.
 Muy cerca de una de ellas se encontraba una estación de entrelazamiento del mismo tamaño. 
El sistema macroscópico de la estación estaba entrelazado cuánticamente con la máquina que se encontraba más alejada. Las máquinas se encendieron. 
Los qubits de información cuántica de la estación de entrelazamiento viajaron, en el menor tiempo posible en el universo, un tiempo de Plank, hacia la máquina más cercana.
 Como la primera máquina ahora estaba entrelazada con la estación, y la estación inicialmente estaba entrelazada con la segunda máquina, ahora, por transitividad, las dos máquinas quedaron entrelazadas, compartiendo estados cuánticos.
 La segunda máquina desfasó la posición de sus partículas exactamente la menor distancia posible, una distancia de Plank. Las máquinas se apagaron. La operación duró menos de un segundo, pero en ese tiempo la misma estructura del espacio había cambiado.
     Las gigantescas esferas se movieron del lugar que habían ocupado inicialmente y los medidores robóticos se acercaron para estudiar los efectos del cambio que se había generado.

     La tripulación de la nave vio, a través de las pantallas multiespectrales, una gran mancha circular de radiación gamma que tendría algunos cientos de kilómetros de diámetro.
 Se vieron rodeados por dos elementos indeseados: la luz de naturaleza desconocida frente a ellos y la nave de la guardia que los perseguía detrás. 
Uno de los tripulantes identificó la fuente gamma como una zona de aniquilación de materia con antimateria.
     La nave pronto se vio alcanzada por su persecutor, cientos de veces más grande que ella. El enjambre de naves menores iba a poca distancia detrás. 
Los paneles centelleaban con las advertencias de “deténgase o su nave será destruida”.

     Dentro de la nave pareció iniciarse un motín: alguien se abalanzó para apretarle el cuello a un piloto pero el oficial a bordo disparó un dardo tranquilizante y el hombre se soltó.
     No podía efectuarse maniobra alguna para esquivar la zona donde parecía darse un excesivo acumulamiento de antimateria y la aniquilación de parte de ésta con la materia circundante.

 Estaban atrapados por ambos lados.
     Los fugitivos decidieron disparar los misiles y todo el cargamento que tenían a su disposición. Los proyectiles impactaron contra el muro de antimateria y hubo un gran destello de luz. Entre la luz cegadora, la tripulación pudo percibir un hueco de espacio vacío en donde habían impactado los proyectiles.
 La materia se había aniquilado con la antimateria por partes iguales.

     En el sitio del impacto aparecieron partículas virtuales de materia y antimateria, pero las partículas de materia se precipitaban hacia la burbuja de espacio que la máquina antes había alterado, luego la materia desapareció sin más, dejando un exceso de antimateria.
     La nave fugitiva avanzó y pasó a través del etéreo muro de antimateria, de muy pocas partículas aún, que volvía a formarse. Fue una maniobra estúpida y carente de todo sentido, aún para el pirata espacial más atrevido y descerebrado.
 Pero funcionó. La nave atravesó la zona sin tener contacto con antipartícula alguna y se adentró a la esfera de espacio.
     Las pantallas de popa no mostraban la presencia de la nave de la guardia, en cambio dejaba ver un extraño flujo de materia detrás de ellos que parecía salir de la nada. Los fugitivos no sabían si celebrar o preguntarse qué estaba ocurriendo.

     Los paneles mostraban una traslación más grande que la que creían haber hecho. Pensaron que el posiciómetro se había vuelto loco: éste indicaba que estaban a un año luz de distancia de donde se encontraban antes de atravesar el hueco entre la antimateria.
     Del otro lado de la esfera, la nave de la guardia había visto que los fugitivos habían desaparecido, se habían esfumado entre el agujero de la esfera de luz.
 No les dio tiempo de maniobrar.

     Como el vacío nunca es vacío, hay partículas de materia y antimateria que surgen de la energía que llena el espacio. En la superficie de la esfera, la materia creada virtualmente por las fluctuaciones de vacío era succionada hacia la esfera y en el medio externo a ella prevalecía el resto de antimateria.

     La pared de antimateria volvió a formarse. La nave de la guardia se precipitó a toda velocidad contra ella junto con su enjambre de naves menores.
Su tripulación no pudo evitar el desastre. Todos sus átomos se aniquilaron al chocar contra el cascarón de antimateria. En el espacio apareció una bola resplandeciente en la que un momento después había otro agujero que pronto comenzó a llenarse.

     Los tripulantes de la nave fugitiva comenzaron a cantar victoria, pero cuando recorrieron 300 kilómetros la nave dio otro salto en el espacio, viajó otro año luz en sólo un tiempo de Plank. De pronto, desde popa pudo verse el gran destello emitido por la destrucción de la nave de la guardia, pero no por el tiempo suficiente para que la tripulación lo apreciase. Toda la esfera de 300 kilómetros, del espacio que había alterado las dos máquinas cuánticas, estaba cubierta de antimateria.

Al entrar sólo habían aniquilado, con materia, la suficiente para formar un agujero de entrada, no así cuando salieron. Al salir de la esfera, la nave primero se vio bombardeada por materia normal que caía a gran velocidad hacia ellos. 
Era una lluvia de nanometeoritos; perforaron todo el material de la nave, incluidos los cuerpos de los tripulantes. Los restos pulverizados chocaron contra el muro antimaterial, generando una segunda gran explosión.

     Los robots medidores captaron los destellos diametralmente opuestos en la superficie de la esfera de espacio donde había estado una de las máquinas. 
Registraron la liberación de energía y lo tomaron como un evento anormal.

     El efecto de las máquinas cuánticas se fue desvaneciendo y el espacio volvió a ser como antes, sin el exceso local de antimateria en la superficie de la esfera.
     Unos minutos después llegó la nave de la guardia que iba escoltando a la primera que había sido destruida.

     En el lugar había una pequeña estación espacial con un par de científicos supervisando el trabajo de los robots. La nave de la guardia ancló en la estación e interrogaron a los hombres sobre lo sucedido.

     —¿Me está diciendo que todos murieron? —preguntó el oficial, cruzando la pierna derecha sobre la izquierda.

     —No es sólo su muerte, oficial —dijo el científico, y le brillaron los ojos—.
 Sus hombres y los criminales irrumpieron en una zona de investigación científica. No, no los demandaré por eso —el hombre soltó una carcajada—.
 Puedo mostrarle los papeles donde se nos autoriza trabajar aquí sin ser molestados.
 —El hombre hizo una pausa—. ¿Sabe qué es la pixelización del espacio?

     —No —respondió el oficial—. ¿Eso concierne a la investigación?

     El científico pareció no escuchar lo que el otro había dicho.
     —Imagine un fotón moviéndose. Uno esperaría que su movimiento fuese continuo, pero no lo es. Hay una distancia mínima para cualquier movimiento en el universo. 
Pues bien, el fotón irá dando saltitos entre cada pixel de los que se compone el espacio, saltos del tamaño mínimo posible, y no existirá un movimiento intermedio. 
Cada uno de esos pixeles, constituyentes de la misma geometría del universo, es infinitesimalmente diferente, lo menos diferente posible, a cada uno de los pixeles vecinos. 
El fotón se mueve entre pixeles lo menos diferentes porque es la única forma que existe para moverse. Ahora imagínese que podemos manipular esos pixeles y que dos pixeles que inicialmente estaban uno al lado del otro, y que por tanto diferían lo menos posible, los separamos una gran distancia.

     El oficial se estaba desesperando y cruzó las piernas de nuevo, esta vez la izquierda sobre la derecha. Creyó que estaba hablando con un loco. 
El científico estaba frente a él y el otro lo miraba desde atrás del sillón donde estaba sentado el primero. Esos hombres probablemente llevarían años en un confinamiento solitario a millones de kilómetros de cualquier otro ser humano.

     —¿Se imagina lo que pasará? —continuó el científico—.
 Pues como el fotón se moverá forzosamente entre dos pixeles lo más parecidos posibles, y como el pixel o grupo de pixeles que más se le parecen han sido alejados a una gran distancia, el fotón no tendrá de otra que saltar toda esa distancia. 
—El hombre pareció satisfecho de su explicación. 
Su colega lo miró con un gesto de aprobación.
     —No comprendo qué tiene que ver esto con el caso —dijo el oficial y se levantó de su asiento.

     —Los criminales lograron abrir un agujero entre la antimateria —dijo el científico—, así entraron a la esfera. Lo que nosotros hicimos fue tomar todo el espacio dentro de esa esfera de trescientos kilómetros de diámetro, los pixeles contenidos en ella, y trasladarlos a otra esfera a un año luz de distancia mediante un entrelazamiento cuántico desfasado —el hombre sonrió—. Logramos no sólo entrelazar cuánticamente un grupo macroscópico de partículas sino los pixeles mismos del espacio. 

Las partículas de la nave que ustedes perseguían, al entrar en la esfera, siguieron el camino lógico y saltaron todo ese espacio hasta llegar al interior de la segunda esfera. Viajaron a través de la nada. Luego regresaron a la primera esfera porque la pixelización sólo así lo permitía. —Hizo una pausa y luego continuó—: La antimateria en la superficie es sólo un efecto secundario. Las máquinas afectan al espacio y con ello modifican las fluctuaciones de vacío, la creación de partículas virtuales. 

Fue una lástima que no viviesen, serían famosos —sonrió—. 
Y gracias a ellos ahora sabemos que, con los cuidados necesarios, podremos viajar cualquier distancia en el menor tiempo posible —el científico chasqueó los dedos esbozando una sonrisa aún mayor.

     El oficial miró a los hombres. “Locos”, pensó. Sabía que no iba a sacar nada de allí. Había sido un accidente, generado por un proyecto en el que esos dos hombres trabajaban desde hacía... No importaba desde cuando. 

Todo era legal, no podría entrometerse. 
Se dirigió hacia el puente que conectaba a la estación espacial con la nave de la guardia.

     Cuando su nave se desacopló, el oficial miró las enormes máquinas esféricas, que parecían prepararse para una siguiente prueba.