sábado, 14 de septiembre de 2013

Algunos cálculos... si me dejas.

Foto: El deseo por las cosas difíciles es una vil burla del destino. 
Lo sientes como una cascada de agujas sobre la piel.

Paradójicamente quieres intentarlo porque te asusta que llegado el momento no haya otra posibilidad.

No te tienta el regusto del triunfo, te seduce la sonrisa, los días con sabor a vino buceando en la boca. 

Lo persigues, y pretendes al tiempo controlar el daño. 

Eludes la acumulación de interrogantes que te hacen sentir como en un purgatorio repleto de flores en el que todo te sabe a pan rancio y en medio de un silencio atronador, casi en una semi inconsciencia se te desliza entre los labios, con tanta sinceridad y contundencia que desvanece el vértigo del posible ridículo.

−Dame un beso…− que no quiero olvidar a qué sabe el deseo.−

Por un nanosegundo alzas el vuelo pensando cómo sería si dieras el paso, pero abres los ojos y el pestañeo de la realidad te recuerda que nunca lo haces. 

Que este también será uno de esos deseos que engordan tu lista de cosas difíciles.

Voy a calcular la derivada de tus labios
y la curvatura.
Hallaré el seno de tus senos
y la tangente.
Nos bañaremos en agua de trapecios,
nos envolveremos en cuadrados circulares,
y - como adolescentes -
exploraremos nuestros ángulos,
nuestros radicales e intersecciones,
y olvidando la blanca esfera que nos cubre
viviremos.