Consciente de la debilidad de mis mecanos, construyo insignificantes castillos de naipes en moribundo equilibrio, que protestan a diario con cada carta de más.
Sentado frente a la ventana se me escapa un suspiro, como una nube atiborrada de humedad amenazando el diluvio.
Me sale de la boca como un globo ocioso, deshinchándose por pura inercia.
Elevándome, como un silbido en medio de esa distancia infinita que existe desde mi boca hasta mi yo más íntimo, eclipsando la pizca de razón, que por algún motivo, se instaló unos días conmigo.
Y ahí está, inundando el paisaje con esa sonrisa irreverentemente deliciosa, de palabras que accionan el modo automático de mi enajenación más atractiva.
Ahora que sé de tormentas…, un instante especial me hace más fuerte.
Ahora que sé de delirios, me siento mejor....
Sentado frente a la ventana se me escapa un suspiro, como una nube atiborrada de humedad amenazando el diluvio.
Me sale de la boca como un globo ocioso, deshinchándose por pura inercia.
Elevándome, como un silbido en medio de esa distancia infinita que existe desde mi boca hasta mi yo más íntimo, eclipsando la pizca de razón, que por algún motivo, se instaló unos días conmigo.
Y ahí está, inundando el paisaje con esa sonrisa irreverentemente deliciosa, de palabras que accionan el modo automático de mi enajenación más atractiva.
Ahora que sé de tormentas…, un instante especial me hace más fuerte.
Ahora que sé de delirios, me siento mejor....