Adán Gomez se había casado con Eva da Silva, la única hija del viudo Zeus Da Silva. Se amaban y eran felices con poco.
Adán se encargaba de administrar la frutería y verdulería “El paraíso” que pertenecía de toda la vida a la familia Da Silva.
Vendían un poco de todo pero en particular manzanas, las mejores del barrio. Cierto día llegó a “El paraíso” Áspid Averno, a la que le decían "la bicha", una mujer bonita y sumamente sexi.
Era alta y delgada y su piel por demás suave.
Se movía serpenteando todo el cuerpo al andar y los chismes hablaban de su vida libertina y desenfadada.
De inmediato atrajo la mirada de los hombres pero sobre todo la de Adán, quien a partir de ese día y para congraciarse con la bicha comenzó a regalarle una manzana por día que la joven devoraba delante de Adán y de los otros hombres provocándolos con sus labios rojos y sus dientes blancos.
Hasta que Eva descubrió todo aquel juego erótico y llorando se lo contó a su padre. Zeus, furioso, echó a Adán de “El paraíso” para siempre.
Condenado a estar solo Adán Gómez mira, triste, desde la ventana del bar en la vereda de enfrente, “el paraíso”, que ya no vende manzanas.