A veces vamos tan de prisa, tan acostumbrado a los cursos reiterados y rutinarios de las cosas, incluso de nosotros mismos, que perdemos la oportunidad de ver como siempre -aún la más aburrida de las rutinas- se despliega algo mágico, algo maravilloso. Porque la magia ocurre a cada instante, sin necesidad de grandes cataclismos. La magia ocurre, a veces, de una manera tímida, que necesita de nuestra participación y nuestra complicidad. Y si no estamos atento nos perdemos la oportunidad de trascender toda nuestra vida cotidiana, nos perdemos la oportunidad de sentir ese interminable asombro de estar vivos y de que todo, a pesar de todas las explicaciones racionales, siga siendo absolutamente inexplicable.
adolfocanals@educ.ar
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