lunes, 21 de abril de 2008

Kris...sobre la palabra.


Muchos utilizan el lenguaje como trampolín para ir más allá de las categorías sino que lo usan para hundirse en las palabras mismas. Entonces ocurre allí el olvido de la verdad. Porque ahora la discusión ya no es sobre aquello que se alude sino sobre la literalidad de la palabra, es decir, sobre la imagen construida usando como objeto una palabra.
Las palabras solo son metáforas, indicaciones, alusiones. Todo juego metafórico instituido sobre ellas tiene sus límites, sus derrumbes porque la palabra distrae más de lo que orienta cuando se la pone en el centro de la atención en vez de poner allí la cosa aludida, interminable, que todavía debe ser buscada, recuperada y perdida un sin fin de veces más.
Ahora comienzan también las inquisiciones, las escuelas, las sectas de la palabra. Entonces el mundo se empequeñece, se restringe porque el que habla (el que escribe) ha olvidado aquello de lo que habla sustituyendo esa vaguedad interminable por la seguridad del rastro seguro de la palabra. Pero allí la palabra es una trampa.
Las palabras son solo parte de la verdad, son la forma en que nosotros podemos entender una verdad infinita y totalizante. Y si olvidamos eso, si olvidamos que los discursos son como una infinidad de espejos que refleja un único objeto total y absoluto, entonces olvidaremos que somos sólo un punto de vista. Y que cada punto de vista dice más de quien lo dice que de aquello sobre lo cual se dice.
La palabra es sólo un síntoma del alma, de la verdad. Y ambas siempre persisten más allá.
Solo los que no se contentan con terminar de hablar, de manosear la palabra sin pudor, sin piedad, puede entender que la palabra no es una seguridad sino un abismo que hay que hacer estallar para encontrar algo: no una perla, sino un parcial reflejo de una perla, al que habrá que hacerlo explotar sin conmiseración para encontrar otro reflejo y así seguir.
Solo entonces la palabra ajena deja de ser un límite, un enemigo, para ser también una forma de aprender de eso que la palabra no termina nunca de decir aunque lo mencione.

Adolfocanals@educ.ar

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