Conversación mantenida en un café muy frecuentado, dos amigos un domingo por la tarde.
- Necesito un cadáver que no huela- afirmé preocupado.
- Mételo en ácido sulfúrico- me sugirió enseguida.
- Sí, pero eso ¿es fácil de conseguir? ¿de dónde lo saco?-pregunté inquisitivo.
- Algo se nos ocurrirá. Puedes obtenerlo de... (menciona una fábrica cercana).
- Y ¿tardará mucho en convertirse en esqueleto?... y sobre todo ¿me quedará blanquito? Eso me interesa mucho.....
- Lo de blanquito no sé, pero renueva el ácido sulfúrico, no escatimes, cámbialo un par de veces que pierde fuerza - me dijo con acento profesional - además - añadió muy práctico - puede ir perfecto por el desagüe añadiéndole agua en cantidad; no pasa nada.
- Estupendo - dije con la mirada iluminada.
Después de un rato, noto con extrañeza alrededor nuestro un silencio alarmante.
Habíamos quedado completamente solos en el café y sirenas ululando en el exterior.
Claro… El no llevaba colgado su cartel de químico y yo el de escritor.
Adolfocanals@educ.ar
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