miércoles, 30 de abril de 2008

Quintuqueo.



Ellos querían que Quintuqueo (*) fuera como ellos querían que sea.

Cuando ella decía lo que sentía, ellos escuchaban lo que querían.

Cuando decían que ella tenía lo que quería, no la habían entendido.

Cuando pensaban que ella era feliz, no conocían sus miedos.

Cuando creían que ella era alegre, ellos desconocían sus lágrimas.

Cuando esperaban que les alegrase la vida, no sabían que mientras tanto...ella se iba consumiendo.

Cuando enfermó, ellos creían que exageraba.

Cuando estaba ahogándose en sus angustias, ellos no la rescataron.

Ellos no la habían entendido pero decían que la amaban. Pero habían sido egoístas.

Un día, ella ya no estaba... donde siempre.

Había tomado sus pocas cosas y se había marchado. No se despidió.

Pasó un tiempo, y cuando la necesitaron, comenzaron a buscarla.

No entendían porque no estaba donde siempre, en su gran roca.

Insistieron, una y otra vez. Se iban y volvían a buscarla.

Hasta que comenzaron a sentir una fuerte angustia por la posibilidad que tal vez, ella se hubiese marchado. Pero no aceptaban esa idea.

Ellos pensaban...a donde iría ella? Donde si no entre sus verdes praderas, sus maravillosas cascadas podía estar? Como podría haberse ido de su gran montaña eterna?

Pensaron en una remota posibilidad. Tal vez sólo se trataba de una corta ausencia. No querían pensar en que tal vez, ya no pudieran volver a disfrutar de sus sabios consejos.

Pasó el tiempo y confirmaron su más terrible sospecha. Ella...ya no volvería.

A partir de ese momento, la angustia que los invadió fue tan grande e insoportable que sólo pudieron recostarse, al pie de la montaña con sus manos apoyadas en la gran roca a esperar su regreso.

Mientras más tiempo pasaba, más confirmaban que no regresaría. Pero eran incapaces de aceptarlo. Ellos no querían seguir con sus vidas, porque no sabían como hacerlo, sin ella.

Pero ella, se había ido.

Ellos nunca la olvidaron. Siempre recordaron lo mucho que la habían necesitado. Nunca se dieron cuenta que no la habían conocido realmente.

Sólo sabían de ella que siempre estaba protegiéndolos. Con sus sabios consejos les había ayudado a llevar sus vidas con más sabiduría.

Pero ya era tarde para ellos, ella ahora era muy feliz entre sus seres mágicos.

Y ellos estaban solos.

Quintuqueo estaba ya con los suyos pero no se arrepentía del sacrificio que había hecho, dejando su mundo especial para ayudarlos a ellos a que aprendieran a vivir un poco mejor sus vidas. No lo había conseguido, pero no volvería.

Ellos, continuaron esperándola...hasta que la tierra los transformó en rocas.

Ellos no la habían entendido. Ella era un ser mágico.

Ahora ellos...estaban perdidos.

Pero antes de desaparecer sus almas descubrieron un mensaje que ella les había dejado:

"Mayma yvypora ou ko yvy ari iñapytl´yre ha eteicha dignidad ha derecho jeguerekope; ha ikatu rupi oikuaa añeteva ha añete´yva, iporava ha ivaiva, tekoteve pehengueicha oiko oñondivekuera".

"Todos los seres humanos nacen libres e iguales
en dignidad y derechos y,
dotados como están de razón y conciencia,
deben comportarse fraternalmente los unos con los otros" .

(*) Quintuqueo: Nombre castellanizado de Kintukewun. Nombre femenino mapuche, indígenas de la Patagonia Argentina que significa la que busca la sabiduría, mujer de experiencia, dotada del don del saber, del consejo y perfección.

Adolfocanals@educ.ar

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