lunes, 12 de mayo de 2008

Biblioteca de barrio.


Coincidían siempre a la misma hora y en el mismo lugar. Ya no esperaban nada de la vida a sus años, habían acumulado desilusiones por doquier, se habían aburrido soberanamente de sus tediosas vidas y habían hecho de ese paseo un hábito.

La biblioteca del barrio comenzó a reunirlos tarde por medio desde mediadios de Mayo, sólo buscaban leer tranquilamente libros ajados, libros dormidos, libros olvidados. Sin embargo entre el olor a libro viejo, al son del silencio obligado, entre las sillas dispersas y las mesas interminablemente largas, eso que alguna vez imaginaron perdido, apareció.

El deseo comenzó a nacer entre miraditas cómplices y libros cada vez menos leídos.

Él leía sobre mitología griega, era un especialista en el tema, ella se inclinaba por las novelas y si eran de amor, las leía una y otra vez, hasta aprendérselas de memoria.

Los cabellos de ella habían virado a un azul patético, que no estaba de moda, pero no le importaba, el ceniza la había aburrido, el rojo le quedaba espantoso, el azul le sentaba con su ropa y sus ojos y había notado que no le era indiferente a ese hombre que tanto le gustaba.

Él completamente calvo, admiraba el valor de esa mujer capaz de transformar a toda su cabellera en ese matorral tormentoso, de modo que era incapaz de quitar los ojos de encima de ella por unos instantes, cada vez que la veía. Ella que luego de esa mirada detenida se sentía la mujer mas sensual de la biblioteca, le bajaba los ojos lentamente y mordía su labio inferior con suavidad gatuna, mientras descubría los ojos de él aletargados, entre su libro y su boca.

Así empezó la historia entre ellos.
Él pensando que ella era una ridícula y ella pensando que lo tenía completamente loco.

Con el tiempo él se fue dejando llevar por esas insinuaciones burdas y fue dejando de verla tan de chaleco de fuerza como al principio, y si bien la timidez de él era importante, ella lo fue llevando a un terreno de excitación tal que finalmente utilizaba los libros como pretexto. Se escondía tras ellos y sólo se veían sus ojitos asomar inquietos de tanto en tanto. Los últimos días ya ni sabía lo que leía, cuando se acordaba daba vuelta la página para disimular, pero estaba detenido siempre en el mismo capítulo, en las mismas letras, recorriendo con sus ojos párrafos sin sentido, esperando ver cómo ella jugueteaba con sus ojos azules, cómo se corría el flequillo también azul que le caía sobre la frente, cómo sonreía de manera enigmática, adivinando el color del rouge, el rubor de sus pómulos, descifrando cada movimiento, cada respiración, cada hoja que ella giraba, también para disimular.

Tarde a tarde se fueron acercando, fueron mezclando sus fragancias, acortando las distancias en la mesa y un día cuando quisieron acordar sus pies se chocaron y sus miradas se encendieron en el aire. Mientras por debajo de la mesa los zapatos juguetearon un rato felices por haberse encontrado, por arriba de la mesa ellos solo atinaron a apoyar los libros y tragar saliva. Y otra vez por debajo el pie descalzo de ella, fue subiendo desprejuiciado por la pierna petrificada de él y el fuego les entró a subir inusitado para llegar a sus rostros, hasta dejarlos incendiados.

La bibliotecaria no supo muy bien que pasó aquella vez, sólo tiene sospechas, pero siempre cuenta la misma historia, que luego de aquél momento, en que los vio mirarse a los dos ruborizados, ellos se levantaron como si tuvieran un resorte en el cuerpo, en silencio le entregaron los libros a salvo de la fogata y se fueron desesperados para el ascensor, como si un diablo se les hubiera metido en el cuerpo.

El ascensor estuvo ocupado un buen rato subiendo y bajando, como descompuesto. Una vez solucionado el desperfecto, salieron los dos, algo desalineados, ella con su vestidito impecablemente arrugado, sus pelos azulados en completo desorden, la sonrisa colgada en el escote y él era un remolino de camisa sin botones, su calvicie estaba sellada de besos carmín y nunca volvió a buscar el saco que olvidó tirado...

Un libro de mitología griega y una novela de amor esperan hace semanas en la estantería de la biblioteca del barrio.

Adolfocanals@educ.ar

No hay comentarios: