Te ríes y paras el tiempo en un instante eterno.
Te quedas quieta. Y arrugas la nariz sin querer. Y “semicierras” los ojos. Y elevas casi imperceptiblemente tus hombros, como queriendo esconder tu cabecita.... y, como por arte de magia, conviertes el día en un inmenso algodón de azúcar, un helado de limón, una manzana bañada en caramelo, alfajores de dulce de leche, un montón de gomitas de fresa, un bizcocho de chocolate, una estrella fugaz. Y me arrebatas. Y me pierdo. Y me invitas al cielo porque...
mirar, escuchar, saltar, reír, imaginar, dormir, comer, beber, cantar, preguntar, girar, empezar, gritar, saludar, pedalear, pintar, besar... ya nada es igual sin tu sonrisa ... Ufa...se acabó el recreo, volvamos a la salita del jardín, que la señorita nos espera. Un cuento para Elisa.
adolfocanals@educ.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario