lunes, 19 de mayo de 2008

Hoy lo vio.



Caminaba a largos pasos, inclinada la frente. Como siempre, iba abstraído en sus pensamientos, a saber qué pesadillas le aturdían ahora. Lo presintió triste, o quizá fuese el cielo que, augurando lluvia, teñía todo con esa pátina gris de los días plomizos. Sintió unas terribles ganas de acercarse a él y abrazarlo, pero, de sobra sabe, que su atrevimiento no sería bienvenido e, infinitamente menos, la ternura imposible de enmascarar, que, libre de orgullo, escapaba de su ser.

Desde donde se hallaba, oculta a la austera mirada de él, le vio pasar, y su corazón, aún por la nostalgia perturbado, emitió un quejido. Y hasta los ojos, a aquellos pasos engarzados, asomó una demorada lágrima, tan insondable que ni siquiera el alma sospechaba que aún existiera latido en aquella sima, donde se silenció su amor el día aquel que ése, que ahora pasa, se alejó de su vida.

adolfocanals@educ.ar

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