Veo la arena con miles de huellas y miles de sombras.
Veo el blanco y rojo desgastados de la acera, con sus pequeñas baldosas que me recuerdan a las tabletas de chocolate que comía de niño.
Veo el ir y venir de las olas ribeteadas de espuma brillante y sonora; olas inquietas, tan vivas como mi corazón.
Veo niños, padres, abuelos, amantes, solitarios, identidades únicas.
Veo un farol de tres brazos negros, envejecida con la salitre, dormida a esta hora en la que el Sol ilumina mi mundo.
Veo un muelle, con muchas historias en él.
Veo las islas lejanas... más allá lo desconocido.
Veo este espacio vacío del banco en el que podrías estar tú a mi lado.
adolfocanals@educ.ar
Veo el blanco y rojo desgastados de la acera, con sus pequeñas baldosas que me recuerdan a las tabletas de chocolate que comía de niño.
Veo el ir y venir de las olas ribeteadas de espuma brillante y sonora; olas inquietas, tan vivas como mi corazón.
Veo niños, padres, abuelos, amantes, solitarios, identidades únicas.
Veo un farol de tres brazos negros, envejecida con la salitre, dormida a esta hora en la que el Sol ilumina mi mundo.
Veo un muelle, con muchas historias en él.
Veo las islas lejanas... más allá lo desconocido.
Veo este espacio vacío del banco en el que podrías estar tú a mi lado.
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