Ser dos en las sobrecargadas rutinas y en las livianas aventuras de los días en común y los años aunados. Ser dos en esta historia que, de ilusiones y esfuerzos, en nuestra intima acuarela vamos esbozando.
Ser dos en las risas, que, por sí solas, se desatan cuando, a solas, frente a frente, nos miramos con el deseo brillando en los ojos y las ganas derramándose en las manos.
Ser dos de corazón desnudo, de alma y cuerpo entregados, de pudores e impudicias, de tiernas caricias y besos apasionados.
Ser dos en las lágrimas, que secas a besos si me encuentras llorando. Ser dos en las desilusiones, las alegrías y los ratos amargos; que, a medias, pesan menos y bastante menos se tarda en endulzarlos. Ser dos en este reñido amor de cumbres y tajos.
Ser dos de acuerdos y divergencias, de pactos de concordia y miradas de soslayo. Ser dos, a pesar de que, a veces, por ajenas tristezas, en aceras distintas nuestros pasos marcamos. Mas, un leve gesto, una palabra dulce, un perdón suspirado, nos vuelve al presente y en un cómplice abrazo desembocamos.
Atados por invisibles lazos, Ser dos nos nombró el destino y al azar es inútil desafiarlo.
Simplemente... Ser dos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario